Ya estamos todos. En la normalidad. ¿No era eso? Catalunya en la ley suprema para crear su república independiente; el Gobierno sacando pecho por la creación de empleo precario y retirando ayudas públicas a los desempleados y el Congreso, empeñado en que Rajoy dé explicaciones sobre la Gürtel.

Pensaban sus señorías que un pleno monográfico haría que el presidente contara lo nunca jamás contado, y se encontraron con más de lo mismo: poco de lo suyo y mucho de Catalunya, de economía, de terrorismo, de victorias electorales y de Venezuela. A Rajoy, como a Bogart, siempre le quedará, no París, sino Venezuela para huir del desmoronamiento y no responder a las preguntas sobre el expolio de su partido en algunas administraciones públicas. No una, ni dos, ni tres, ni cuatro… Los tribunales han archivado 14 querellas presentadas contra los morados y el PP sigue como el bobo del refranero que cogía una linde, la linde se acababa y el muy infeliz seguía.

Y todavía va el ingenuo de Pablo Iglesias y le implora que responda tan sólo a seis preguntas. Ni una, oiga. Si no lo hizo en la Audiencia, no iba a hacerlo en pleno por mucha convocatoria extraordinaria que hubiera. PSOE, Podemos, Ciudadanos y el resto pincharon en hueso. Van 53 intentos baldíos. Y serán 54 cuando el presidente acuda a la comisión de investigación que investiga la financiación ilegal de su partido.

A Rajoy, como a Bogart, siempre le quedará, no París, sino Venezuela para huir del desmoronamiento y no responder a las preguntas sobre el expolio de su partido

Si es que son todos extraterrestres. Ya lo dijo Maillo, que con la que está cayendo en España y los políticos se empeñan en saber de sobresueldos ilegales, de dinero negro, de SMS, de comisiones ilegales, de cuentas en Suiza, de ordenadores destruidos a golpe de martillo y de blanqueo de capitales. Lo normal, ¿no? Pues no. Por menos, ya lo dijo Baldoví, a Clinton le presentaron un impeachment. Pero eso es en los países anglosajones. Aquí el asunto se resuelve con las mociones de censura. Y en esta Legislatura ya hemos tenido una, que no llegó a buen puerto.

Rajoy, como dijo Rivera, no tiene palabra y tampoco escaños, pero ahí sigue, en La Moncloa, gracias a la falta de acuerdo y la disparidad de intereses políticos de sus contrarios. Pues déjense de milongas. O se ponen de acuerdo y suman sus votos… o no mareen más con argumentos sobradamente sabidos. Lo que ha hecho el PP en los últimos 20 años con los dineros públicos ya lo conocemos y si aún así sigue en el Gobierno no es sólo porque haya ganado elecciones —hay más españoles que no votaron PP que los que los hicieron—, sino porque hay una izquierda vieja y nueva que no termina de ponerse de acuerdo, un partido naranja que mira más por su futuro dentro del arco parlamentario que por la necesaria higiene democrática y unos nacionalismos que van a lo suyo. Mientras todo ello siga, no habrá Gürtel, ni Púnica, ni sobresueldos, ni financiación ilegal que acabe con el poder institucional que ostenta la derecha.

Iglesias anuncia que su partido seguirá trabajando para echar a Rajoy del Gobierno y Pedro Sánchez, el gran ausente del Parlamento, tendrá que decidir pronto si calienta la banda o sigue con la petición de dimisiones que no llegarán por arte de birlibirloque.