Ya lo dijo Dylan:

 

The answer, my friend, is blowing in the wind

The answer is blowing in the wind

 

La respuesta, amigo mío, está en el viento… y en los presupuestos, los del Estado y los de las eléctricas, que ya se sabe lo que mandan. Así que ya puede decir misa el ministro de Industria, Álvaro Nadal, que el cierre de Garoña no tiene que ver con sus más de 40 años de vida, ni con las protestas de los ecologistas, ni con la oposición de la mayoría del arco parlamentario, ni con que la derecha haya decidido abjurar de su defensa de las nucleares. La decisión está en la exigencia del nacionalismo vasco de acabar para siempre con la polémica de la planta nuclear a cambio de apoyar las cuentas públicas de 2018 y, por supuesto, con la negativa de sus dueños —Iberdrola y Endesa— a invertir lo necesario para que la vetusta central reúna las garantías de seguridad. 

 

Nunca antes el Gobierno de Mariano Rajoy se había planteado echar el cierre definitivo. Todo lo contrario. Siempre apostó por la energía nuclear, por la construcción de nuevas centrales y por la extensión de vida de las actuales frente a las renovables. De qué sino iba la vicepresidenta Soraya Saénz de Santamaría a comprometer su palabra hace tan solo dos meses tras el Consejo de Ministros y proclamar a los cuatro vientos que el Ejecutivo haría todo lo posible para la reapertura.

 

Alargar la vida de las centrales nucleares supone postergar la necesaria transición energética, pero eso a Rajoy siempre le importó lo justo tirando a nada. ¿Recuerdan lo que decía cuando José Luis Rodríguez Zapatero anunció en octubre de 2009 el cierre de la planta? Pues que el último presidente socialista era “un rancio y un antiguo” lleno de “prejuicios ideológicos”. El entrecomillado es literal. ¡Cosas veredes!, don Sancho. Lo que hay que hacer para aprobar las cuentas del próximo ejercicio y acabar sin sobresaltos la legislatura.

 

¡Maldita hemoreteca! Primero descubre que Rajoy sí sabía de números y de financiación de campañas electorales, pese a lo que declaró ante la Audiencia Nacional bajo juramento, y ahora pone negro sobre blanco lo que prometió sobre la central nuclear: “Con el PP en el Gobierno, Garoña no se cerrará nunca, y por tanto se mantendrán los puestos de trabajo y el modelo de vida existente”.

 

Rajoy es como Groucho, tiene sus principios, pero si a alguien no le gustan… Pues eso, con el tiempo le oiremos decir que Garoña es idéntica a Fukushima, que representaba un modelo obsoleto, que ha producido y produce residuos radiactivos, que era excesivamente cara, que era insegura y que la derecha siempre estuvo en contra de la energía nuclear. De momento, ahí está el presidente de Castilla y León para recordarle, aunque sea por carta, su pasado.