Dos encuestas, dos señales. El PSOE se recupera, pero Susana Díaz, no. El arranque de semana trae una buena y una mala noticia para los entusiastas de la presidenta de Andalucía. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) acaba de revelar que los socialistas se recuperan tras el descalabro que sufrieron con su particular guerra civil del 1 de octubre en el comité federal más desgarrador de su historia. Entonces cayeron 5 puntos. Hoy recuperan 1,6, si bien su estimación de voto (17%) sigue por detrás de Unidos Podemos (21,8 %).

Los más optimistas ya ven que recuperan fidelidad; que la tendencia es de regreso y que no hay desbandada, sino retorno a la marca del puño y la rosa, a pesar de haber facilitado la investidura de Mariano Rajoy y alcanzado los primeros acuerdos de legislatura con la derecha política en el Parlamento. Los más escépticos lo dejan en una mínima recuperación después de una caída de 5 puntos.

Con todo, la señal podría darse por buena porque el PSOE es el único de todos los partidos que en este sondeo sube en intención de voto y el presidente de su dirección interina, Javier Fernández, el líder político más valorado por los españoles. No hay caso parecido ni contraste mayor entre una formación política hundida electoralmente y envuelta en una fratricida batalla interna y su principal dirigente por muy eventual que éste sea.

Hasta aquí la buena nueva porque el fervor por mínimo que fuera torna a preocupación cuando los datos sobre la mesa ya no son los del CIS, sino los publicados por GAD3 respecto a la valoración de los posibles aspirantes al liderazgo del PSOE.

Susana Díaz, la 'elegida' por los tótem del socialismo y buena parte de los 'aparatos' territoriales no convence ni a propios ni a extraños

Susana Díaz, la elegida por los tótem del socialismo y buena parte de los aparatos territoriales no convence ni a propios ni a extraños. Los militantes del PSOE prefieren antes como secretario general al ex lehendakari Patxi López o a Pedro Sánchez que a la aspirante más esperada de la historia del socialismo. E ídem quienes no se declaran afiliados. Algo tendrá que ver en ello la implicación de la presidenta de Andalucía en todas las batallas orgánicas vividas en el PSOE en los últimos tres años, y no sólo en la que acabó con la dimisión de Pedro Sánchez.

Si algo comparten dos personajes tan distintos en lo personal, lo intelectual y lo político como Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba fue que ninguno de los dos tuvo ni 24 horas de estabilidad cuando fueron elegidos secretarios generales. Y algo tuvo que ver en los dos casos la presidenta de Andalucía, aunque la memoria prefiera olvidar por lo que unos llaman mal menor y otros, cultura de partido.

Lo cierto es que la confianza que muchos socialistas tienen en la capacidad de la de Triana para sacar del pozo al PSOE no es compartida por el común de los mortales ni dentro ni fuera del partido, pese a las cualidades políticas y orgánicas que le adornan. La distancia entre la ciudadanía y los cuadros dirigentes del socialismo, en esto, también parece insalvable.

Así que, en julio, si todo sale como pergeñan algunos, y la presidenta de Andalucía se hace con la secretaría general, el PSOE puede tener resuelto el liderazgo pero tener un serio problema de conexión con la sociedad española y repetir los mismos errores del pasado en cuanto a la fabricación de liderazgos fallidos.