Está el Palau de la Música de Fèlix Millet y también están los diarios deficitarios españoles con su plantilla de policías eruditos, subvencionada por el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat. Están los negocios de CDC con Ferrovial y también está la corrupción intelectual de tantas figuras del periodismo y la política barcelonesa que podrían decir como Groucho Marx: "Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros".

Justamente ayer Arcadi Espada publicaba un artículo que destacaba el aire de final de Régimen que transmitía la imagen de Millet actuando de delator ante el juez. El columnista recordaba que ni siquiera Boadella llegó a anticipar la esperpéntica caída del catalanismo que hemos vivido últimamente. El artículo me recordó que el unionismo va tan colocado de demagogia madrileña que es como estos ionquis que te quieren seguir pegando cuando ya se han roto el brazo.

La obra de Boadella habría podido tener valor universal y, en cambio, quedará como otra payasada del autonomismo. Igual que Espada, el dramaturgo prefirió los réditos de identificar Catalunya con Pujol que no el riesgo de explicar la historia entera y de pasar a la posteridad como un gran creador. Espada hace gracia porque se ha quedado antiguo: pedía responsabilidades a Ferrovial por actuar de corruptor de CDC, pero cargaba contra la "burguesía catalana" por no haber parado el independentismo.

El unionismo no se ha enterado que la corrupción que tanto denuncia era justamente la que pagaba la mediocridad que mantenía el independentismo en porcentajes asumibles por la política española. El problema que tiene la España de Ferrovial es que no puede manipular el referéndum como manipuló el nacionalismo convergente y la mandanga del "hacer país" que representaba el Palau de la Música. La autodeterminación implica a todo el mundo y no se puede utilizar para los negocios partidistas.

Cuanto más destrozada esté la trama convergente, más fuerza cogerá el patriotismo genuino de las bases del partido y más fuertes serán las alianzas que trabajan a favor del referéndum. Cuanto más fuertes sean las alianzas que trabajan a favor del referéndum, más cursi será el discurso del unionismo y más se verá que come de la misma fiambrera victimista que comía Convergència. Como le pasó al catalanismo, el unionismo cada día es más cautivo de su hipocresía.

Es divertido ver como los mismos que siempre han reído los chistes pseudofranquistas de Nacho de Sanahuja ahora intentan comparar el discurso del centro derecha catalán con Trump. Tiene gracia ver cómo el mundo que se enriqueció explotando a los inmigrantes ahora trata de cobrar las plusvalías del dolor manteniendo antiguos tabúes hijos de la rabia y la tragedia. El discurso sobre el alt-right o sobre el machismo, justamente ahora que las mujeres empiezan a estar liberadas, es una fachada que esconde una lucha de intereses más profunda.

Hay una izquierda que intenta conseguir el poder repitiendo los chantajes del pujolismo, pero desde los valores políticamente correctos que han entrado en crisis en todo el mundo. Esta izquierda va camino de acabar como estos pobres friquis del Hazte Oír, abandonada y radicalizada por los que ahora lo utilizan. Como no tienen narices de defender el 'no' en el Referéndum, o en algunos casos de reconocer que tienen miedo de sus amos españoles, lo compensan extremando la beatería.

La izquierda tripartita que trabaja con Rajoy para que Junqueras se convierta en un nuevo Pujol tiene que tener en cuenta que al expresidente primero lo torturaron y que, sin eso, su comedia no habría sido creíble. Pujol ha acabado mal todo lo que empezó y Junqueras, que ya sabe cómo va la historia, no tiene la misma vocación de cabeza de turco de Mas. De momento, los intentos de hacerle adelantar el referéndum para banalizarlo y convertir la Diada en una campaña electoral no han funcionado.

Dejad de autolesionaros. Dejad de hacer listas negras. No hagáis perder más dinero a los diarios. Haremos el referéndum y aplicaremos el resultado. Y si Espada cree que podrá impedir lo que no ha podido impedir la Burguesía Catalana que venga él mismo a poner orden con la pistola de su padre. Lo recibiremos en la entrada de la Diagonal Sostres y yo vestidos con un conjuntito de camarera del Titánic, picardías de Victoria Secret y una bandeja llena de salmones y de quesos del Semon nuevo. J'adore.