Estoy contento porque mi sobrino de 15 años ha decidido suprimir la suscripción de Netflix que solicitaba en el primer borrador de su carta a los Reyes. Aunque yo estoy suscrito, y también tengo una cuenta en HBO, me parece que vale la pena dejar todo el tiempo y todo el espacio posible para que la imaginación se eleve sola y el alma se desarrolle cuando la sensibilidad todavía es tierna.

Aprender a aplazar el deseo es tan importante como aprender a proteger las ilusiones. Yo por eso dejé el chupete cuando tenía sólo seis meses y, en cambio, no acepté que los reyes eran los padres hasta que no tuve siete u ocho años y se volvió imposible sostenerlo delante de mis amigos de la clase sin que me perdieran el respeto.

Justamente porque cada vez podemos acceder más rápido a las pequeñas satisfacciones, cada vez tenemos que ser más fuertes y tenemos que luchar con más coraje para proteger a nuestra alma. Tal como va el mundo, en cuanto te descuidas te acostumbras a consumir de forma compulsiva y, si te pasas de la raya cuando eres mayor, de viejo te sientes más vacío y más solo que una botella de güisqui abandonada en la calle.

Solo podemos ceder a los caprichos en la medida en que somos capaces de prescindir de ellos sin perder el mundo de vista. Si cuando era adolescente Youtube hubiera existido, me habría costado mucho esfuerzo evitar la tentación de quedarme solo en casa, en vez de salir de farra con los amigos o hacer novillos, que también puede ser una actividad enriquecedora realizada con moderación y según qué maestros tengas.

Lo primero que los jóvenes deben aprender es a convivir con el aburrimiento, y la segunda cosa que tienen que aprender es a amar la estupidez de algunos jóvenes igual de gilipollas que ellos. El dolor que la vida produce en la juventud tiene un valor educativo y las medidas paliativas sólo distraen la sensibilidad de su gran misión, que es desarrollar la capacidad innata del alma para responder a la locura humana de manera lúcida y autónoma.

En mi época, los Reyes Magos no traían suscripciones del Netflix, pero sí que llevaban libros y el problema era que la mayoría de adultos te animaban a leerlos con un entusiasmo loco y una fe ciega en la cultura. La literatura tiene mejor fama que las series de televisión. Aun así, puede ser igual de evasiva y de adictiva, sobre todo porque da una superioridad postiza muy creíble, que parece que te ponga por encima de los otros.

Algunos chicos se refugian en los libros igual que otros se esconden detrás de los cigarrillos, de las chicas o los juegos de ordenador. Creer que en los libros encontrarás algo importante que no estés preparado para experimentar por ti mismo es como creerte que leer te hará buena persona o que escribir una carta a los reyes es una actividad de niños.

La Noche de hoy es importante porque nos recuerda que, en el fondo -y en contra de lo que dice todo el mundo, los Reyes Magos no son los padres. Esta intuición nos ayuda a conectar con nuestro estado de gracia. Nos recuerda que el talento no es una lista del supermercado y que queda fuera del alcance de los que desprecian el poder que da conservar una cierta fe en los milagros.