Tras aparecer en Davos como el nuevo campeón del libre comercio y la globalización, el presidente Xi Jinping y la economía china vuelven a encontrarse en dificultades. Joaquim Wuermeling, miembro del consejo ejecutivo del Bundesbank (banco central alemán), ha advertido sobre la posibilidad de una guerra de divisas global.

Este aviso llega después que el Banco Central chino (PBOC) demandara "prudencia" al Gobierno de Xi Jinping a la hora de aplicar medidas para frenar el apalancamiento de la economía por el riesgo de provocar un frenazo d el crecimiento.

Michael Pettis, profesor de la Universidad de Pekín, ha indicado que "incluso para mantener los niveles actuales de inversión, consumo y de aumento del PIB implica el crecimiento del crédito". El caso es que, según datos del propio PBOC, la deuda china ha aumentado hasta el 277% del PIB en 2016, registrándose un incremento de la parte destinada al servicio de la deuda acumulada, según los analistas de UBS.

El dilema está en que la economía china necesita cada vez dosis mayores de crédito para crecer, y la acumulación de deuda tiende a devaluar el yuan. Xi Jinping prometió ante la comunidad internacional de los negocios que no devaluaría la divisa, como un año antes lo hiciera el primer ministro Li Keqiang, lo que no impidió que el yuan se deslizara un 12% en el primer semestre de 2016, según Capital Economics. 

El dilema está en que la economía china necesita cada vez dosis mayores de crédito para crecer, y la acumulación de deuda tiende a devaluar el yuan

De hecho, Pekín se muestra muy susceptible sobre esta cuestión después de que las reservas de divisas cayera por debajo de los 3 billones de dólares, una cifra símbolo de su poder económico. Pero la huida de capitales sigue en progresión.

Michael Spence, Premio Nobel de Economía, ha explicado que el problema se ubica en el sistema crediticio chino. El Banco Central ha estado emitiendo dinero a raudales para sostener el crecimiento, como ha sucedido en el caso del BCE, pero el nuevo modelo económico (basado en el consumo interno, los servicios y la tecnología) carece del suficiente dinamismo para aguantar con éxito el cambio dejando atrás el viejo patrón basado en las exportaciones . Ello hace que la mayor parte del crédito vaya a las tradicionales empresas públicas, porque en caso de impagos se hará cargo de ellos la Administración.

Así las cosas, el comercio sigue representado una parte importante del PIB, cercana al 40,7%, lo que le mantiene como uno de los principales motores de la actividad económica.

El objetivo de crecimiento es trascendental para el Gobierno de Xi Jinping en una fase de lucha contra la corrupción destinada a superar la imagen de decadencia del sistema político chino. 

Pero este crecimiento no surge con facilidad de la nueva economía y la vieja necesita cada vez más deuda para dar resultados positivos. Pero ha deuda en los niveles actuales está empezando a ser amenazante, por lo que la tentación de recurrir a un estímulo del comercio a través de una divisa más débil es creciente.

Pekín teme la posibilidad de que Donald Trump aplique aranceles a sus exportaciones y percibe la desglobalización como algo muy preocupante

Pekín teme la posibilidad de que Donald Trump aplique aranceles a sus exportaciones y percibe la desglobalización como algo muy preocupante, según el experto Minxin Pei, para quien, no obstante, "la interdependencia económica entre China y Estados Unidos amortigua su rivalidad geopolítica e ideológica".

Según las autoridades chinas, un total de 119 procedimientos fueron cursados en 2016 por 27 países contra las prácticas comerciales del Imperio de Centro, un aumento del 37% en un año.

Xi Jinping puede estar ahora en la disyuntiva de "abrir más las puertas al mundo" como dijo una semana antes del Nuevo año chino o abocarse a una política de negligencia respecto al yuan, lo que podría provocar la guerra de divisas que teme el alemán Joaquim Wuermeling, algo que, según este miembro del consejo del Bundesbank, "podría ser catastrófica para todas las economías".