España es un Estado muy preocupado por la educación de sus chiquillos. Por eso desde el año 1985 no ha puesto en marcha un sistema educativo, no, sino siete. ¡Venga, que la casa es grande!

Lo mejor de estos cambios, aparte de que la variedad hace la vida menos monótona y más entretenida, es que ha permitido a varias generaciones enriquecerse literariamente, estimular la imaginación y mejorar la pronunciación de construcciones semánticas complejas.

Fíjese que, de momento, ya han creado hasta 7 palabras diferentes: LOECE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE y LOMCE. Y eso con muy pocos recursos: 1/ una única base inicial con el LO de Ley Orgánica, 2/ el uso de la E como única vocal de refuerzo y 3/ la ausencia de la siempre sobrevalorada y omnipresente A. Por suerte, y a cambio, en consonantes no han ahorrado nada, y así tenemos palatales, palatales fricativas y algún sonido que podría acercarse a un fonema palatal africado. ¿Impresionante, verdad? La envidia de la comunidad educativa mundial.

Esta originalidad ha venido acompañada de la siempre necesaria estimulación de lo que sería la cosa gutural. Crear conceptos como LOGSE o LOPEG son como una lluvia primaveral para la glotis de los españoles.

Pero ahora hacía tres años que no había ningún cambio en la ley. Y se notaba tristeza y desencanto en la sociedad. En los bares y en los mercados la gente lo comentaba:

  • ¡¡¡Es increíble, todavía no han modificado la última ley de educación!!!
  • La culpa es de Zapatero.
  • Y de Merlín. Tanta filosofía les tiene despistados...

Por suerte, conscientes de este desencanto, los responsables de la cosa han tomado la sabia decisión de recambiar la ley. La última, de la última, de la última de todas las leyes que se han hecho y se han deshecho. Por lo tanto, a partir de ahora, las evaluaciones finales o revalidas que estaban previstas seguirán existiendo, pero sólo de nombre. O sea, que sí pero no. O sea, habrá reválidas, pero no se harán. Y habrá selectividad, pero no existirá oficialmente y tendrá otro nombre. O no, porque dentro de una semana quizás lo vuelven a cambiar. Como para aclarar y facilitar las cosas, ¿verdad?

Y, al final, el resultado de todo es que en España la enseñanza no es la herramienta que sirve para dar una educación y unos conocimientos a la población, sino la manera de intentar adoctrinarla. Por este motivo, cuando manda la izquierda hace una ley con unos ciertos postulados ideológicos, cuándo manda la derecha cambia estos postulados por unos propios, cuando vuelve a remandar la izquierda los recambia por los suyos, cuando retorna a reremandar la derecha los rerecambia, cuando rerevuelve a rereremandar la izquierda los rererecambia y así hasta el infinito y mucho más.

Y si eso pasa con la educación, imagine con el resto. Bien, o mejor que no se lo imagine...