Empiezo a tener envidia de toda esa gente con responsabilidades familiares e importantes cargas económicas que resultan incompatibles con la vida ociosa y el cultivo del hedonismo a tiempo completo. Las vacaciones y las relaciones de amistad con personas siempre dispuestas a pisar la calle están haciendo mella en mi salud y en mi cuenta corriente. En los últimos 15 días quedarse sin salir ha sido una excepción que confirma la regla: los bares en España están abiertos de lunes a domingo. Agosto es el mes en que absolutamente todos los días hay fiesta en algún barrio, pueblo o casa de alguien, y por eso afronto la segunda quincena del mes con mucha valentía, un palé de Espidifen 600 y varios sobres de Almax dentro del bolso. 

Al igual que yo, cada vez veo más gente en la calle sin importar la hora ni el día, y un lunes por la noche puede ser perfecto para juntarnos 15 personas a bebernos el sueldo en unas cuantas horas. Como mis padres, yo también reconozco que la crisis se diluye bastante entre los hielos del gin tonic, y me cuestiono qué habrá pasado para que la vida óptima, la buena vida, se haya consagrado fundamentalmente al ocio constante y la necesidad de salir de copas. No sé si es el ambiente festivo o la falta de gobierno lo que nos hace estar en una especie de éxtasis constante, pero este agosto veo a mis conciudadanos especialmente desatados. La juventud, que antes se agotaba antes de los 30, puede ahora extenderse hasta los 60 sin complejos de ningún tipo, y los jóvenes y los ancianos coinciden en las romerías populares, las discotecas y las fiestas patronales provistos del mismo sentido del ridículo.

Esto con Franco no pasaba. Y lo del gobierno, tampoco.

No sé si es el ambiente festivo o la falta de gobierno lo que nos hace estar en una especie de éxtasis constante, pero este agosto veo a mis conciudadanos especialmente desatados

Si el supuesto trance habitual era tener que poner excusas a pareja y familia para poder salir con los amigos, existe otro mucho más perverso y contemporáneo, el de tener que fabricar evasivas para poder quedarse en casa viendo la última reposición de Dirty Dancing, abrazada al perro, el sábado por la noche, comiendo una enorme pizza de bacon y champiñones, con los pies metidos entre los cojines del sofá y unas bragas de ésas que te llegan hasta el ombligo y guardas para tus solitarias y frías noches de invierno.  

El fenómeno español no pasa desapercibido al resto del mundo y las previsiones hosteleras señalan que este año se romperá nuevamente el record del año anterior, con más de 70 millones de visitantes en 2016. Sólo en Catalunya, este año se superarán los 18 millones de turistas extranjeros. El buen tiempo, los precios asequibles –obviemos en este punto a mi querida Barcelona- y los alegres borrachos que pueblan nuestros bares dan personalidad y color a un agosto, este agosto, que para mí ya es el más largo e intenso de la última década.

Sólo en Catalunya, este año se superarán los 18 millones de turistas extranjeros

Si tú también sientes que la vida se te escapa entre las copas de balón y los cigarros fumados por inercia, y que el próximo mes el alquiler (o hipoteca) lo van a pagar unos simpáticos marcianos vestidos de bofetón en toda la cara, he creado un decálogo de excusas para sobrevivir a agosto. 

-    Si realmente te has propuesto no salir, no leas los whatsapps de tu grupo de amigos. Permanecer en la sombra implica evitar enterarse de todo lo que hablan/hacen los que sí van a salir. No seas de ese tipo de persona que va a la playa nudista con bañador. 
-    Quedarse en el pueblo, donde están todos, multiplica las posibilidades de cambiar el pijama por los tacones. Vete lejos. A poder ser, cambia de provincia.
-    No aceptes chantajes, eres fuerte. Las caras de pena de los malditos emoticonos las inventaron mis amigos. 
-    Si la excusa es tu último ligue, al menos búscate uno sanote, de esos que quieren quedar contigo el domingo por la mañana para hacer una ruta de senderismo cardiosaludable.
-    Si tienes una comida familiar, rechaza cualquier tipo de chupito en la sobremesa. Los chupitos son el inicio de la decadencia y todo el mundo sabe que nunca se toman de uno en uno.
-    Si ya has salido y quieres irte antes que los demás, simplemente haz una buena bomba de humo. Apaga el teléfono, quédate sin batería, consume todos los datos. Piérdelo y vuélvelo a encontrar casualmente sobre tu mesilla al día siguiente.
-    “Una caña y nos vamos” es el último misterio de la Virgen de Fátima. Revisa mucho tu cuenta para convencerte de tu nulo sentido del autocontrol.
-    En agosto también se trabaja. Si eres de esos agraciados, úsalo siempre como excusa.
-    Ten un pequeño accidente doméstico.
-    Tu abuela sigue viva y está muy enferma. Te necesita.
-    Quédate embarazada y sufre un aborto espontáneo en octubre. 
-    Y, sobre todo, nunca te arrepientas de haber salido. La culpabilidad es de cobardes y no quita la resaca.

A lo hecho, pecho y al pecho, ibuprofeno.