Hasta la victoria siempre... o hasta la derrota final penúltima –¿quién puede asegurar nada hasta que finalice el minuto 45, que diría el malogrado Johan?–, pero el caso es que se mueve. Y la nave va: al procés, le va llegando la hora de la verdad. Esta semana, con el camino bastante más despejado de lo que se esperaba para sus promotores. El escándalo del juez suspendido y senador de ERC Santi Vidal, resuelto con una dimisión tan fulminante como forzada, y el sí autosacrificial de la CUP a los presupuestos son dos potentes bombas desactivadas, dos minas menos bajo los pies, cuando se intuye ya la recta final del ciclo político más decisivo que ha vivido Catalunya –y España– desde la Transición, para muchos, desde la Gran Transacción. De aquellas renuncias no correspondidas –renuncias por parte de los de siempre en favor de la estabilidad de España, de la democracia y demás– vienen estas independencias.

Lo de Santi Vidal –y mira que ya hacía sufrir aquello de la Constitución catalana, que sólo sirvió para que el juez le pusiera en bandeja su propia suspensión al aparato judicial español– es lo más tripartito, el episodio más al estilo de los tripartitos de Maragall/Montilla y Carod, que le ha sucedido al procés desde el 2012, lo cual hay que valorarlo como un gran éxito. No obstante, tan grave es que un juez, aunque suspendido, y senador republicano, vaya diciendo por ahí que la conselleria de Oriol Junqueras tiene ya los datos fiscales de todos los catalanes, como que nadie le pare los pies hasta que a un periodista, Cristian Segura, de El País, se le ocurrió recopilar los vídeos disponibles en YouTube de la gira del personaje por ciudades y pueblos de Catalunya para "animar” a la parroquia indepe.

El caso Vidal puede dar lugar a una reflexión necesaria sobre los riesgos de fomentar un determinado clima de ficción sobre el procés, el fantaprocés. La hipótesis de la Catalunya independiente es un asunto que reclama menos fantasías e ilusionismos y bastante más realismo y determinación política, individual y colectiva, de los políticos y del resto de la gente. Ese clima de "esto ya está hecho" es el caldo de cultivo que ha permitido a Vidal llegar hasta donde ha llegado: la predisposición de una audiencia entre ingenua e hiperventilada que necesita creer que un día se acostará española forzosa y a la mañana siguiente será catalana independiente. Pero, en todo caso, bomba desactivada. Si el Govern no miente, todo lo dicho por Vidal es mentira y fabulación y engaño y artificio, y, por tanto, la fiscalía, que rápidamente se ha lanzado al cuello de Junqueras cual vampiro en la noche oscura, se dará con los colmillos en la pared.

El caso Vidal puede dar lugar a una reflexión necesaria sobre los riesgos de fomentar un determinado clima de ficción sobre el procés, el fantaprocés

El otro tramo despejado en la larga recta final del procés es consecuencia de la decisión final de la CUP de apoyar el presupuesto, a diferencia de lo que sucedió con las primeras no natas cuentas de Junqueras. El gobierno de JxSí –quien se engaña es porque quiere– se configuró y se programó para (auto)destruirse a los 18 meses, una vez cumplido el compromiso de realizar el referéndum, con lo que la amenaza que acompaña al sí de los anticapitalistas, la presunta condición, forzar la convocatoria de elecciones, es bastante impostada, por no decir que es puro y duro postureo. Esta vez, no cuela. 

Tanto si el referéndum se lleva a cabo –como ratificaron ayer Puigdemont y Junqueras– como si no, ¿se puede hacer alguna otra cosa, acto seguido, que no sea convocar elecciones? Nada es imposible, desde luego, pero todo hace pensar que ése y no otro es el final a corto plazo y en cualquier caso. Eso sí, un no de la CUP a los presupuestos habría llevado a convocar las elecciones ahora, y por ello, muy probablemente, habría hecho imposible la convocatoria del referéndum. ¿Adivinan, en ese escenario, quién habría cargado –en las urnas– con el muerto de que la megaconsulta, la de verdad, no se celebrase?

Con razón decía este sábado Puigdemont que tenía una mala noticia para Mariano Rajoy y Junqueras tuiteó de inmediato, con significativo acuse de recibo a @KRLS y a @cupnacional, que ahora... referéndum. Y dentro de 9 días, el juicio a Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau por poner las urnas del 9-N del 2014. En 1977, en octubre hará 40 años, a Josep Tarradellas se le permitió regresar del exilio sin que nadie lo votase y como presidente republicano y preconstitucional de la Generalitat de Catalunya. Ni se votó directamente a Juan Carlos I, proclamado Rey por las Cortes franquistas, ni se votó al veterano president, elegido por lo que quedaba del Parlament en el exilio. Pero se reconoció la legitimidad histórica de lo que representaban, uno la monarquía borbónica, el otro, el autogobierno catalán. En el fondo, todo es posible en España. Todo puede tener arreglo. Mientras no se vote. O no se vote demasiado.