“No sabemos si hay urnas, no hay decreto aprobado... nada, más allá de declaraciones afirmativas”. Así se ha expresado este sábado Xavier Méndez de Vigo Domènech al acabar el Consejo de Ministros de los Comunes sobre la posición a adoptar ante el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre. Uy, perdón, esto es lo que han dicho Ada Méndez de Vigo y Íñigo de Colau, al acabar la reunión en Sabadell de la junta directiva nacional de España En Comú: “No tiene garantías, además de ser ilegal y atentar contra la Constitución. El referéndum no se puede celebrar, porque no tienen urnas, ni censo, ni junta electoral, ni a los funcionarios”. Pero... ¿van a pararlo, no?. ¿Cómo?, preguntaba un periodista: "Nos gustaría que se tradujera en hechos. Si no, son anuncios de anuncios". Uy, perdón de nuevo: lo primero lo dijo la coordinadora nacional del Pepé En Comú, reunida en Terrassa. Y, lo segundo, el ministro portavoz de Espanya Sí Que Pot. Pero bueno, por si se han hecho un lío, esto es lo que piensa Pablo Iglesias Rajoy de Echenique y Monedero, el líder del PPodemos: “Yo, si fuera catalán, no votaría en ese referéndum”.

En serio, esto no va de declaraciones-fake: lo de los comunes y los podemitas con el referéndum es muy serio. La primera frase reproducida aquí corresponde a Xavier Domènech, colíder con Ada Colau de Catalunya En Comú, y la segunda y la tercera al portavoz del Gobierno de España, Íñigo Méndez de Vigo. La cuarta la deslizó Pablo Iglesias, el secretario general de Podemos. ¿Alguien se anima a encontrar las siete diferencias entre lo que, en este momento procesal, dicen el gobierno del PP y los líderes comunes y podemitas sobre el referéndum?

En el colmo del trilerismo verbal, Domènech rebaja el referéndum que el Govern pretende hacer "vinculante" a la categoría de simple “movilización”. O sea, que, si pongamos por caso, llegasen a votar 3 millones de personas, y, como todo indica, ganase el sí de calle, no habría problema, porque se habría tratado de otra “costellada indepe masiva”, ¿verdad?. Pero en fin, por si las moscas, al mismo tiempo que se degrada el carácter de la convocatoria al negarle todo valor efectivo, los dirigentes de Catalunya En Comú deciden boicotearla  evitando llamar a la participación. Sí, sí: lo han leído bien. Los comuns, los adalides de cambiarlo todo desde las calles y las plazas, resulta que son alérgicos a las ‘manis’ con urnas. Y lo peor de todos, es que no lo han decidido ellos. Es Pablo Iglesias, quien ha decidido lo que deben hacer los comuns de Ada y "Xavi" Domènech -como él lo llama- ante el 1-O.

El secretario general de Podemos suscribe cien por cien el principal argumento "técnico" del PP contra el referéndum. Del PP y de su prensa amiga, la cavernaria y la felipista, es decir, de los Estados Generales de la Casta, convocados esta semana de urgencia por el inédito trío de expresidentes españoles vivos, González, Aznar y Zapatero. Esos que, en otro tiempo no demasiado lejano, fueron el objetivo predilecto del látigo implacable de Pablo. Iglesias -y con él Colau y Domènech- ha comprado la falsa coartada de la casta, del sostén político del statu quo: que el referéndum no tiene “garantías”. ¡Como si eso, en primer y último término, dependiera de Puigdemont y de Junqueras! ¿Quién es quien se niega a facilitar la convocatoria de un referéndum con "garantías", Pablo? 

El sonsonete de la "falta de garantías" es lo que valida la inacción, el inmovilismo, la renuncia a la política para hacer frente al llamado desafío catalán. ¿Acaso hay alguna alternativa al referéndum “sin garantías” para que los catalanes voten? ¿Quién la ofrece? ¿Mariano Rajoy? ¿O es que se trata de esperar a que Podemos alcance la mayoría absoluta, en solitario o a medias con el PSOE, para que ese supuesto referéndum con garantías se haga realidad? ¿No será que la verdadera garantía es la que le ha dado Iglesias a Pedro Sánchez que el referéndum catalán la próxima vez ya no será un obstáculo para el pacto entre las izquierdas españolas? Al final, el referéndum aún servirá para que Podemos se convierta en el "auténtico" PSOE, el de toda la vida que, en un extraño intercambio de papeles, Sánchez el resucitado ha vestido de morado podemita. 

Iglesias -y con él Colau y Domènech- ha comprado la falsa coartada de la casta: que el referéndum no tiene “garantías” 

El problema no es que el referéndum de Puigdemont es ilegal en el marco de las leyes españolas, sino que el marco no deja otra opción posible que la planteada para dotar de legalidad al referéndum. Esto es, una ley catalana que, desde luego, será democráticamente aprobada e indefectiblemente suspendida y anulada por el Tribunal Constitucional. Lo cual no significa, en absoluto, que la pretensión del Govern esté falta de legitimidad: tanto en el Parlament, donde la apoya una mayoría absoluta de 72 diputados surgida de las elecciones del 27-S (perfectamente “legales”), como en la calle (movilizaciones) y en la demoscopia (mayoría a favor de que se vote en referéndum, encuesta tras encuesta).  

Pero en fin, llegado el caso -un verdadero imposible metafísico- que un gobierno de España aceptase el referéndum de autodeterminación, ¿qué garantías hay que el resultado sería respetado? ¿Las garantías del Tribunal Constitucional que fulminó el Estatut votado por el Parlament y las Cortes españolas, sancionado por el Rey y re-fe-ren-da-do por el pueblo de Catalunya en el 2006?. ¿Seguro que aceptaréis la independencia si gana el sí, Pablo? Me temo que si esas son las garantías que echa en falta el líder de Podemos muchos catalanes y catalanas, incluídos por supuesto decenas de miles de votantes de su partido y de los comunes,  se quedarán con las (no) garantías del referéndum (ilegal) de Puigdemont.