Para saber qué pasará el 1 de octubre hay que hacer el ejercicio de otear el día siguiente, el día 2. No es fácil de componer el mapa. Nada fácil. Sin embargo, en medio de la niebla, ya es posible trazar algunas líneas, de colorear algún trocito de territorio, algún valle, quizás una montaña... ¿En qué se parecen Mariano Rajoy y Gerardo Pisarello? En que, aunque parezca mentira, los dos dan por fracasado el referéndum del 1 de octubre. No es un chiste. Es un hecho empírico que revela una sorprendente coincidencia de estrategias entre el líder del PP y el funcionario más ordenado del colauismo, posiblemente porque son conscientes que el 1-0, si al final triunfara, les reserva un destino político parecido. El unionismo de Estado y el unionismo colauista tienen bastantes más cosas que perder con el referéndum que el independentismo sensato. Incluso en el caso de que no pueda celebrarse si finalmente la Guardia Civil encuentra las urnas y las papeletas. (¡Vamossss!, vociferan Albiol y Arrimadas como si fuera una final de la Roja)

Hay un aire de familia, entre Rajoy y Pisarello. Las máscaras ruedan sobre cubierta cuando la tormenta castiga la nave, cuando se acerca la gran ola. El presidente español siempre ha dicho que el referéndum no se hará, pero ahora lo dice de una manera muy poco Rajoy: como si le fuera la vida. "Sé lo que se espera de mí. Haré todo lo que sea necesario, sin renunciar a nada, para evitar el referéndum". A Rajoy le va la silla. Y alguna cosa más. Si el 1-O salen las urnas, y vuelve a haber colas para votar como en el 9-N, la situación podría ser insostenible para el inquilino de la Moncloa. Quizás también para el de la Zarzuela. La crisis constitucional, de Estado o como quieran llamarla, ahora localizada en Catalunya, podría ampliarse el día 2 al corazón del sistema y precipitar el final del régimen del 78 en España. Por eso, los más listos de uno y otro lado, lejos de escandalizarse por la reyerta del miércoles y el jueves en el Parlament (de verdad alguien se esperaba otra cosa que lo que se vio a estas alturas?) han puesto el acento en que, ahora sí, con la aprobación de las leyes del Referèndum y Transitorietat Jurídica i Fundacional de la República el pacto de la transición española está muerto. Observen los movimientos de Soraya Sáenz de Santamaría -¿alguien duda que la vice colgaría el monigote del fracaso en las espaldas del gallego?; de Albert Rivera -que siempre que puede recuerda a Rajoy que también lo dijo antes del 9-N, que las urnas no saldrían; e incluso, de Pedro Sánchez intentando rescatar la tercera vía en formato comisión del Congreso sobre la cuestión territorial -¿de verdad este hombre cree que el problema planteado se resuelve así?-.

La crisis constitucional, ahora localizada en Catalunya, podría ampliarse el 2 de octubre al corazón del sistema y precipitar el final del régimen del 78 en España

Pisarello, mano derecha de Ada Colau, todavía no ha aclarado si el ayuntamiento de Barcelona cederá locales para la votación, a diferencia de otros 600 municipios del país que ya han respondido positivamente la petición del presidente Puigdemont y el vicepresidente Junqueras. Barcelona: el cap i casal del país, la ciudad que este lunes hará 303 años cayó después de un feroz asedio de las tropas borbónicas francoespañolas sin el cual no se explica que, en pleno siglo XXI, el Gobierno de Madrid todavía envíe guardias civiles a imprentas y redacciones para buscar papeletas de votación. Sin Barcelona nada es posible. Con Barcelona, nada es imposible. Pisarello, y Colau, y Pablo Iglesias son conscientes de ello, tanto como Rajoy. Si Barcelona no se suma al 1-O -como ya proclaman las portadas del unionismo impreso-, el independentismo tendrá que librar dos batallas a la vez: contra los fiscales y la Guardia Civil, y contra el cinismo de la izquierda colauista.

Si Barcelona no se suma al 1-O el independentismo tendrá que librar dos batallas a la vez: contra los fiscales y la Guardia Civil, y contra el cinismo de la izquierda colauista

El cálculo es simple. No me gusta la metáfora, pero después de alcanzar -por la mínima- la condición de "nuevo PSC", al ganar la alcaldía y ser la primera fuerza en las generales, el siguiente reto para los comunes de Colau es convertirse en el partido "del día después". Por eso, Pisarello ya tiene perfectamente construida la gran coartada: "El 2-O tendremos que seguir trabajando por|para un referéndum con plenas garantías". ¿Se acuerdan de aquellos cartelitos? "Hoy no se fía, mañana sí". Los colauistas sólo se sumarán, en el último minuto, si ven que Rajoy es incapaz de parar la ola democrática. Pero cuanto más se alejen más difícil lo tendrán para sobrevivir políticamente. Sin Catalunya no se puede, Pablo. Albano-Dante lo ha visto claro como el agua clara.

REVOLUCION CLAVELES

Revolución de los claveles, Portugal, 1974

[Otrosí: Impresionante la imagen de los claveles dejados a los pies de los guardias civiles, tocando las botas, por la gente concentrada ante la redacción de El Vallenc en protesta por el patético registro. Portugal 1974, flores en los fusiles... Es una imagen que lo vuelve a decir todo sobre la naturaleza del movimiento independentista catalán por mucho que se empeñen en desfigurarlo como un nuevo populismo violento y neofascista. Y que le recuerda a la izquierda cínica en qué latitudes nos hallamos. "Passi-ho bé i moltes gràcies". Así les despidió la gente en Valls, a los guardias. Feliz Diada, Mariano.]