Esta mañana he escuchado en la radio que la revista Politico dice que Ada Colau es la quinta persona con más influencia de Europa. ¿Eso es muy importante? Pues, sinceramente, ni folla; y hoy que celebro feliz el embarazo asexuado de Santa Ana y el parto impoluto sin pecado de la virgen anda que voy a abandonar el sofá para informarme sobre el tema. Pero, más allá del honor, lo interesante del tema es que la gente de Politico, a parte de escribir que Colau podría ser algún día presidenta de nuestra región (sic) o incluso de España, afirman que, a medida que el procés se caliente y se acerque el día de la votación, la hiperalcaldesa deberá mojarse con respecto a la independencia en lo que debería ser un referéndum supuestamente vinculante.

Lamento contradecir a los expertísimos redactores de la revista, pero Colau solamente se postulará definitivamente sobre la independencia cuando ello le resulte útil para sus propósitos de poder. De hecho, nuestra hiperalcaldesa solo pensará presentarse a la Generalitat, y quizás de ahí hacer el salto a todas las Españas, si el procés ha fracasado y puede llegar a absorber toda su frustración. De momento, Colau reina en Barcelona como si tuviera más regidores que el alcalde Clos, con una oposición sorprendentemente inexistente, y con unas arcas sin déficit que, en poco más de un año, le permitirán empezar a programar obras y a poner tochos tal como hacían los alcaldes socialistas, pensando siempre en las próximas elecciones.

Por todo ello, es bien lógico que una administración como la de la Generalitat, donde los consellers ejercen de sufridos contables y cualquier talento queda ridiculizado por falta de poder, no interese lo más mínimo a nuestra hiperalcaldesa. De hecho, Colau ya sabe muy bien como son de incompatibles la carrera por el Gobierno autonómico y el poder estatal, siempre que se defienda sin retórica la mayoría de edad de los catalanes para decidir su futuro en libertad. Contrariamente a Sadiq Khan, el alcalde de Londres que ocupa la primera posición en la lista de influyentes de Politico y que podría devenir premier británico en poco tiempo, Colau solo puede escoger entre dirigir una de las mejores ciudades del mundo o una autonomía arruinada y sin libertad.

Cierto es, nunca tanto poder había asombrado tanto al mundo entero.