29 de junio: Está pasando sin pena ni gloria el importantísimo acuerdo de paz en Colombia. Las conversaciones en la Habana han fructificado. El establishment español, tan cosmopolita él, lo ha pasado por alto. Cierto que había elecciones, pero la razón parece otra. La hermandad ideológica entre el uribismo y aznarismo rajoyano condena toda paz que no sea fruto de aniquilamiento del contrario. Negociar con terroristas, por mucho que el Estado colombiano no sea ejemplo de lucha democrática contra la insurgencia, es un pecado mortal. Ni el PP aceptó las negociaciones de Zapatero con ETA ni Uribe y compañía aceptan que el gobierno de Santos -ex ministro de Defensa, y por lo tanto símbolo de la política dura, de Uribe- haya negociado con los herederos de Tirofijo. No es que se practique aquello tan africanista de "al enemigo ni agua", sino lo de que el "mejor enemigo es el enemigo muerto". Pero serán Santos y Zapatero los que pasen a la historia por haber vencido negociadamente al terrorismo.

30 de junio: Daniel de Alfonso ha sido destituido como director de la Oficina Antifrau de Catalunya por parte del Parlament en pleno. Sólo ha votado a favor suyo el PP. Chillón. No hay precedentes de una destitución de esta magnitud en la reciente etapa democrática. Dos cosas hace falta retener. Por una parte, quién y por qué escogió y promocionó a De Alfonso y por qué se doblaron la mayoría de grupos políticos a aceptarlo. Ignorancia por parte de tan sabiondos y sabias padres y madres de la patria no resulta creíble. Todos tendrían que dar explicaciones.

La segunda cosa es, según mi opinión, igual de relevante: ¿qué pensarán los justiciables, sus abogados y el resto de partes procesales (y seguramente el resto de jueces), cuando entren en la sala de vistas de la correspondiente sala de justicia y vean al magistrado De Alfonso sentado como miembro del Tribunal? No es una mala pregunta -perdón por la inmodestia.

1 de julio: La caja de la Seguridad Social tiene 8.700 millones de euros menos. En estos cuatro años, gracias a la nefasta, dicen, herencia socialista, el PP ha dilapidado más del 60% de la hucha de nuestro futuro. La capacidad de generar empobrecimiento por parte de los autodenominados reformistas resulta inaudita. Más deuda que en diciembre de 2011 (ya más de 102% del PIB), salario medio más bajo en la misma fecha y menos reservas. Eso no se habló en las elecciones. Aunque visto el panorama, quizás habría sido sobrero.

2 de julio: Empieza la ceremonia de la confusión de los pactos postelectorales para, primero, hacer la investidura y, después, sostener una acción de gobierno. No es fácil. Piden voces acreditadas y desde fuentes próximas al poder real, una especie de gran coalición, o cuando menos de coalición en la sombra. No se llega a ello hoy por hoy. Nos dicen que eso pasa por la falta de tradición pactista y coalicional en España. ¿Seguro? En Euskadi ha habido, pactos. En Catalunya, también, y quizás no con los peores gobiernos de la Generalitat. En Andalucía, antes y ahora. Ahora, en Extremadura, Castilla-La Mancha, València (el famoso pacto a la valenciana), ses Illes, Asturias, Aragón, Canarias, Madrid, Murcia y La Rioja. Sólo en las tres últimas, con el PP al frente del gobierno.

Este es un dato. No se quiere pactar con el PP. Y si nadie lo quiere, debe ser por alguna cosa. Salvo la soi disant liberal Cifuentes en Madrid y las poco significativas y puntuales excepciones de Murcia y La Rioja, para sólo investir al gobierno regional, el PP no pacta ni se deja pactar. No es sólo por su carácter autoritario, sino por su estremecedora proximidad a la extrema derecha y su inagotable capacidad de mentira y corrupción. Ya una brizna de salud democrática hace rechazar el pacto con el PP, pacto que el PP tampoco está loco por llevar a cabo. Tiene suficiente, como fórmula acreditada, esperar, esperar, esperar y mentir. Y cobijar a los corruptos.

3 de julio: Si pasamos de la vieja política, la nueva no va mucho más boyante. Rivera va dando consejos y repartiendo bendiciones y anatemas -no siempre coherentes con él mismo- como si hubiera arrasado en las elecciones. Empeoró con respecto al 20-D. Votantes suyos volvieron al casal del padre derechista y se dejaron de cambios y moderaciones.

Unidos Podemos, en una combinación de infantilismo y cinismo, imputando su sorpasso interruptus a los otros, al voto del miedo. Nada menos cierto. El millón largo de sus votantes -en relación a la dupla del 20-D- se quedaron en casa y no por miedo. Se quedaron en casa porque no les gustó lo que sentían. O sea, nada del voto del miedo. Este sería posible si otros partidos se hubieran llevado el electorado a su molino: una esencial minoría de izquierdas se quedó en casa.

Canadá es Canadá y su Tribunal Supremo no es ni el Supremo ni el Constitucional españoles

4 de julio: Iceta se manifiesta por la vía canadiense para Catalunya. Sin especificar los procedimientos. Total, inútil: el espejismo dura 24 horas. Tanto el mismo PSC como los jefes de Ferraz, esta vez por boca de, todavía, Nicaragua, dijeron que federalismo reformando la Constitución, para lo que no consta que tengan bastante apoyo. La vía canadiense, interesante como todas las salidas democráticas a los conflictos políticos, no requirió reforma constitucional en el país de la hoja de arce. Pero Canadá es Canadá y su Tribunal Supremo no es ni el Supremo ni el Constitucional españoles. Ni aquí ha habido ningún Chrétien ni ningún Trudeau, ni padre ni hijo.

De todos modos, Ferraz locuta, causa finita. Es lo que tienen los clásicos.

5 de julio: Otro golpe de azada a la corrupción. Nuevos métodos: ahora transterritoriales, vía oscuras asesorías. Veremos que da de sí. De momento, algún detenido de renombre y bien emparentado -o al revés, eso no se sabe nunca.

Y el PSOE ya ha dado el primer aviso. A la salida del comité federal de hoy, ha quedado claro que la investidura de Rajoy, si finalmente se presenta -azar inescrutable hoy por hoy-, será recibida con uno 'no'. Pero no se descarta convocar otro comité federal para decir otra cosa. O sea que estén precavidos: todo puede pasar y el patriotismo de conveniencia es el límite.