El procés independentista ha vivido esta Semana Santa su particular via crucis a raíz del turbio episodio de la grabación y filtración de un discurso del secretario de organización del PDeCAT, David Bonvehí, en el que especula con la idea de presentar un candidato autonomista a las próximas elecciones si el procés acaba en “desastre”. Los posconvergentes ven la mano de ERC tras la maniobra y un hombre respetado por los unos y los otros como Joan Tardá ha reconocido en la grabación las voces de dos militantes de ERC. Aunque ha desvinculado al partido, el asunto ha encendido todas las luces rojas en el alto mando del soberanismo y ha incendiado las redes sociales.

Se trate o no de una acción de motu proprio, que dos miembros de ERC graben un discurso de un alto dirigente del PDeCAT que probaría las supuestas dudas de los posconvergentes ante el referéndum, y que hablen de pasarle por whatsap la grabación al  vicepresident y líder de los republicanos, sólo se explica por el clima de desconfianza que se ha desatado entre los de Puigdemont y los de Junqueras. Y más aún, cuando la semana se inició con diversas advertencias del president a su partido, al Govern, a JxSí y a la CUP, sobre la necesidad de mantener la unidad ante el referéndum.

Y, desde luego, en este ambiente enrarecido, si, como ha anunciado, Bonvehí lleva el asunto a la Fiscalía, será difícil salvar el proyecto del referéndum, o, cuanto menos, que puedan continuar pilotándolo sus actuales promotores. Si, por contra, los unos y los otros hallan el punto de encuentro necesario para que el episodio no pase de un mal momento, será posible la resurrección del espíritu de unidad sobiranista crucificado estos días por el cúmulo de sospechas y acusaciones de trazo grueso que los unos y los otros se lanzan en público y en privado.

La del "espionaje" a Bonvehí es la primera crisis que enfrenta al PDeCAT y ERC sin la CUP por enmedio

El asunto del "espionaje" a Bonvehí constituye, quizás, una de las mayores pruebas de estrés vividas hasta ahora por el Govern de JxSí. Por una parte parece un revival de aquellos grandes hits casi olvidados del tripartito, más del de Maragall que del de Montilla, desde el Dragon Khan del entonces conseller Carretero a la subasta de la presidencia de la Generalitat que organizó Vendrell; pasando, por supuesto, por la corona de espinas de  Carod-Rovira. Por otra parte, y en relación con anteriores momentos difíciles vividos por JxSí, esta de Semana Santa es la primera crisi que enfrenta abiertamente al PDeCAT y a ERC sin la CUP por enmedio. O sea, la primera en la que la CUP no ha tenido nada que ver pero puede tener todas las de ganar, todas las de redimirse de sus pecados.

Si Puigdemont y Junqueras son capaces de reconducir la situación de una manera creïble, si consiguen hacer de la necesidad virtud, el episodio de Bonvehí desaparecerá de las agendas políticas y mediáticas en pocos días; de lo contrario, no descarten nada. ¿Acaso pueden continuar sentados en el mismo Govern dos partidos, uno de los cuales ha denunciado al otro, explícita o implícitamente, nada más ni nada menos que ante el órgano judicial activado por el Estado para controlar todos sus movimientos en relación con el referéndum?

Puede pensarse que el objetivo último de la grabación y su filtración es dinamitar el referéndum desde dentro

La supuesta  búsqueda de pruebas de los republicanos sobre algo así como la traición final de los posconvergentes en relación con el referéndum tiene su correspondencia con las dudas surgidas en el PDeCat sobre el grado de compromiso final de Junqueras con los preparativos y el despliegue político y administrativo -las órdenes, las firmas- necesario para llevar a cabo el referéndum.

Es muy grave la crisis de confianza que se desprende de todo ello. Pero aún lo es más que de esa desconfianza mutua, telón de fondo de la grabación del restaurante El Vermell de Manresa y su filtración, pueda pensarse que el objetivo último es dinamitar desde dentro el referéndum. O, por lo menos, de dilatar los plazos comprometidos sine die -pese que hoy por hoy, Puigdemont y Junqueras los han ratificado- ante las muchas dificultades prácticas (urnas y logística) provocadas por las amenazas legales (procesamientos anunciados) para llevarlo a cabo.

Mientras los republicanos tienen candidato para todos los escenarios, los posconvergentes aparecen descabezados

Y, en fin, que el discurso de Bonvehí se centrara en el escenario del posprocés, y que a su lado estuviese el conseller Santi Vila -quien al día siguiente advirtió en todo caso que “el autonomismo ha muerto”-, apuntala aún más la idea de ese posible “desastre” del referéndum, un planteamiento letal para la moral del soberanismo  que ni Puigdemont ni Junqueras pueden permitirse en la hora definitiva. Es de cajón que el discurso de Bonvehi debilita el soberanismo ante el adversario. Pero el PDeCAT tiene todo el derecho a plantearse el día después del referéndum y parece altamente probable que ERC también lo ha hecho. Al fin y al cabo, mientras los republicanos tienen candidato para todos los escenarios, los posconvergentes, tras la negativa de Puigdemont y la inhabilitación de Mas, aparecen descabezados.

Todo lo cual, si los unos y los otros no corrigen el rumbo, daría la razón a aquel siniestro vaticinio de Aznar sobre la independencia por partida doble: “Antes se dividirá Catalunya (y antes el soberanismo)”