El Nacional de ayer (si es que en la vida digital hay horas y días) nos explicaba que el Alto Comisionado de la ONU por los Derechos Humanos ha pedido que España respete los derechos fundamentales en Catalunya en su respuesta al referéndum. Vale la pena recordar que la nota en cuestión forma parte de aquello que se denominan los Procedimientos Especiales del ente, informaciones sobre acontecimientos muy específicos firmadas voluntariamente por expertos que no son plantilla (es decir, que no responden a los intereses particulares de un Estado Miembro), pero el conocimiento de los cuales pide respeto. En esta ocasión, la firman David Kaye, profesor más que docto en libertad de expresión en la Irvine School of Law de California y antes asesor de la Secretaría de Estado norteamericana (1995-2002), y Alfred de Zayas, un académico también brillante que se ha especializado en el derecho de las minorías oprimidas.

Que la publicación de este texto (por motu proprio, insisto) tenga la firma de dos académicos reputados que fundamentan sus razones en la libertad de expresión y, como es el caso de Zayas, en aquello que la jurisprudencia denominaba el derecho a la patria, clarísimo precursor del derecho a la auto-determinación, demuestra por enésima vez no sólo la legitimidad sino también la absoluta legalidad y amparo internacional del referéndum del próximo domingo. Sin entrar en esta cuestión de la legalidad de la votación, Kaye y Zayas recuerdan la obligación del Estado español de "respetar los derechos que son esenciales para las sociedades democráticas", mientras le advierte que las medidas de militarización y de cierre de páginas web que se han hecho hasta ahora "parecen violar derechos individuales fundamentales, limitando el flujo de información pública y la posibilidad de un debate abierto en un momento crítico".

Se demuestra, pues, en primer término, el acierto de haber llevado progresivamente el vocabulario primordial del proceso hacia el derecho a la auto-determinación y a la libertad individual como eje. En segundo término, vemos cómo la tozudez de hacer el referéndum y aplicarlo todavía desatará una respuesta más represiva del Estado, con lo cual aumentará el clamor de los expertos internacionales para describir las acciones españolas como un alejamiento de los estándares de la Comunidad Internacional. Dicho lisa y llanamente, domingo no sólo no cometerás ningún delito si vas a votar, sino que los derechos humanos te protegerán sin ambages de los abusos que cometa el Estado. Que Naciones Unidas y sus académicos se pronuncien no es una desiderata ni un pasatiempo: el marco mental del derecho a la autodeterminación catalana a través del pacifismo ya empieza a ser el parámetro que rige el terreno de juego.

El domingo te amparan los derechos humanos porque, finalmente, eres ciudadano del mundo. No lo desperdicies y vota.