La híper-alcaldesa de Barcelona acaba de parir y, evidentemente, no agotará el permiso de dieciséis semanas al que tiene derecho al lado de su bebé, un leave que reivindica para todas las mujeres como política, y santamente que hace, pero que no ejercerá ni de coña como ciudadana. Colau actuará exactamente igual que Soraya Sáenz de Santamaría, que es más o menos lo que hizo la exministra francesa Rachida Dati cuando estuvo en la misma situación y algo muy parecido a lo que hicieron Carme(n) Chacón en-paz-descanse y Susana Díaz. Colau podría tomarse dieciséis semanas de tranquilidad, delegar funciones en sus lugartenientes Pisarello y Asens, y resolver en casa el trabajo imprescindible de despacho. Podría, pero no lo hará, porque nuestra híper-alcaldesa es de los pocos políticos catalanes que ha entendido cómo se ejerce el poder; cara a cara, desde el despacho, presencialmente y día a día.

Veinticuatro horas fuera de la oficina, para cualquier político del mundo, implica más aire para los rivales y es totalmente natural que las líderes ambiciosas del planeta acorten el máximo su tiempo fuera del mando. Las mujeres se enfadan muchísimo cuando algún macho opina sobre los permisos maternales y aducen que nunca se presta tanta atención a las bajas por enfermedad de los hombres: pero la ecuación no es del todo cierta, pues el embarazo no es una enfermedad y cada día hay más mujeres que, en sordina o abiertamente, admiten que incluso las seis semanas obligatorias de descanso que marca la legalidad les parecen excesivas y que ellas descansarán lo que les complazca. El embarazo, a pesar de las estrecheces lógicas y las eventualidades de salud que pueda comportar, no es una experiencia de sufrimiento sino de disfrute y por eso es totalmente lógico que nos ocupemos de cómo las mujeres poderosas lo ejercen.

Mujeres de Barcelona, imitad a la alcaldesa, dejad a los bebés en casa con la cuidadora o el marido, que por algo lo enchufasteis en el Ayuntamiento

Que una mujer con un cargo relevante considere más importante ejercer el poder que seguir con los preceptos legales cuando acaba de parir es una noticia fantástica y, de hecho, Colau y las otras políticas harían bien al ponerse a ellas mismas como ejemplo de lo que tienen que seguir todas las mujeres. Porque, si bien es civilizador y necesario que exista una medida legal para regir el tiempo de descanso posparto, también es igual de sensato creer, cuando se manifiesta que todas las mujeres relevantes de la política y de la empresa mundial lo acortan, que habría que abandonar la sacralización médica del embarazo femenino como un drama monumental que tenga que implicar el paro de una carrera ambiciosa. Sé que cavilar sobre el embarazo habiendo cometido el pecado de nacer con falo me convierte en un ser automáticamente insensible, pero me arriesgaré a la cosa, que me complace.

Mujeres de Barcelona, imitad a la alcaldesa, dejad a los bebés en casa con la cuidadora o el marido, que por algo lo enchufasteis en el Ayuntamiento. Demostrad, en definitiva, que quien manda en Sant Jaume también manda en casa.