El otro día, encontré por casualidad este tuit de agosto del 2014 de la actual alcaldesa de Barcelona y entonces impulsora de lo que es ahora Barcelona en Comú, en el que respondía a un usuario que preguntaba sobre la implicación de ERC en el siempre recurrente del caso Pujol, el comodín favorito de los tontos útiles contra el independentismo:

El tuit me vino como anillo al dedo porque ese mismo día se anunciaba el pacto entre Colau y CiU por el nuevo Plan de Vivienda del Ajuntament.

No hace falta decir que las extensas redes comunicativas de Barcelona en Comú y sus partisanos se cuidaron muy bien de no publicitar el acuerdo con su peor enemigo. No vaya a ser que alguien encuentre un tuit de la activista del pasado calificando a la actual alcaldesa de cómplice con la corrupción y las puertas giratorias, o se acuerde de la opinión que le merecían entonces las políticas en materia de vivienda de Trias. No contenta con ello, este viernes también contará con el apoyo de los cómplices de ERC para aprobar el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT).

Como bien señalaba @Kasperjuul_0, azote de los hipócritas en Twitter y genio de la comunicación política (del cual algún partido debería aprender), tras su acuerdo de gobierno con el PSC y el pacto por la vivienda con CiU, a Colau sólo le falta pactar con el PP para hacer bingo en su compromiso con el cambio real.

A Colau sólo le falta pactar con el PP para hacer bingo en su compromiso con el 'cambio real'

Poco menos de dos años al frente de alcaldía de Barcelona han servido para aclarar a qué se referían nuestros entrañables activistas de la nueva política cuando gritaban “Sí se puede”: se puede pactar con los que calificabas de corruptos sin convertirte en cómplice de la corrupción. Se puede dar la espalda a la economía social privatizando servicios básicos. Sí se puede precarizar el empleo público. Se puede nombrar segundo teniente de alcalde y responsable de las áreas de Empresa, Cultura e Innovación a un investigado por tráfico de influencias. Sí se puede llegar a la alcaldía prometiendo que acabarías con los desalojos y constatar que durante tu mandato han aumentado.

Pero nada de esto parece afectar a Colau y los suyos, que han logrado llegar y mantenerse en las instituciones a base de crear fuegos para después vender humo. La mal llamada “confluencia de izquierdas” no deja de ser una gigante maquinaria electoral al servicio de aquellos que quieren vivir a costa de la administración pública y que ganaron las elecciones con un relato que ahora entra en contradicción flagrante con sus acciones al frente de la primera ciudad del país, muchas veces a sabiendas de que el relato no se sostenía ni con datos ni con la realidad. Sin embargo, no encontraréis ni rastro del pacto de Colau con CiU en materia de vivienda, algo 100% real y contrastable, entre sus habituales voceros tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación. No vaya a ser que algún ciudadano crítico que todavía crea en la incorruptibilidad de la alcaldesa se entere y le dé una embolia.