“…Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre”.

Lo dejó escrito la poetisa estadounidense Elisabeth Bishop y lo leyó, seguro, Pedro Sánchez. 

¿Recuerdan? 20 de diciembre. El peor resultado de la historia del PSOE… ¿Y? “Una oportunidad histórica”. Nadie nunca sacó más jugo a una derrota sin paliativos. Con permiso de Rajoy, claro, que decidió darse mus en la primera mano.

Hoy la pantalla parece que sigue fija y el secretario general de los socialistas, dispuesto a convertir en logro un nuevo cataclismo. La duda es si alguien le seguirá en su nuevo empeño. No parece. Hasta los “sanchistas” de primera hornada emiten señales de que su intención sería saltar por la borda del barco la misma noche del 26-J, y no necesariamente para subirse a la nave de Susana Díaz, cuyos resultados en Andalucía, donde el PP podría tomarle la delantera, podrían lastrar sus posibilidades de hacerse con el liderazgo federal.  De momento, la presidenta de la Junta sólo piensa en sacar cuanta más distancia mejor a los “podemitas”. 

Pero váyamos por partes. Si el PSOE mantuviera la segunda posición y creciera en escaños respecto al 20-D, habría pocos motivos para retirar el mando de las negociaciones postelectorales al hoy candidato. Lo cierto es que no es ese el escenario esperado, sino más bien el que dibujan todas las encuestas y anuncia la pérdida de la hegemonía de la izquierda en favor de Unidos Podemos. De ser así el drama estaría servido. Los socialistas tendrían que elegir entre un gobierno de derechas o uno presidido por Pablo Iglesias. Ni lo uno ni lo otro, dicen. 

¿Qué pasará si el 26-J el PSOE retrocede posiciones? ¿Hará de nuevo de la necesidad virtud el secretario general de los socialistas? Demasiadas preguntas y pocas certezas. De momento, los últimos días de campaña el Comité Electoral se ha encargado de rebajar la expectativa, recordar que el temido “sorpasso” se produjo ya en diciembre con la suma de Podemos e IU”, echar mano de la historia de la marca y fiar su suerte a la reserva emocional del socialismo. ¿Será suficiente? Sánchez aspira a obtener un escaño más que Iglesias. Con eso le bastará para seguir adelante, liderar la iniciativa para una nueva investidura e intentar formar gobierno con Podemos.

Sea cual sea el resultado nadie pedirá la dimisión de Pedro Sánchez el domingo por la noche

A falta de cuatro días para saber las posibilidades que permita el resultado de las urnas, los cuadros dirigentes avisan a Sánchez: una derrota aunque sea sólo en votos y no en escaños ya es un cisma que debería disipar cualquier amago de formar parte de ningún gobierno. Más claro: ni gran coalición, ni gobierno de izquierdas ni ninguna otra fórmula. Si el PSOE pierde la primacía de la izquierda tendrá que saber gestionar la derrota, no desdibujarse con el PP pero  tampoco con Pablo Iglesias y rearmarse desde la oposición, tras una reflexión profunda. Se llama, dicen, saber interpretar la democracia.

Sea cual sea el resultado nadie pedirá, eso sí, la dimisión del secretario general el domingo por la noche. La consigna es tranquilidad y prudencia. Todo está por escribir en el PSOE, también el futuro inmediato de Pedro Sánchez que si algo ha demostrado en estos dos años de mandato es, como en El arte de perder de Bishop, saber dominar fácilmente un desastre.