He pasado cuarenta años de mi vida tratando y observando a dirigentes políticos de alto nivel. En general, son más inteligentes que la media de la población. La competición política en una democracia es tan sumamente exigente que un imbécil difícilmente sobrevive en ella sin que se le termine notando la imbecilidad. Cuando los tratas en privado, te das cuenta de que no suelen andar cortos de circunvalaciones cerebrales. Otra cosa es que con frecuencia su forma de actuar sugiera lo contrario. 

Un consejo de veterano: cuando escuche a los líderes políticos diciendo simplezas impropias de un adulto, repitiendo consignas de babero, soltando trolas intragables sin disimulo o formulando proposiciones contradictorias y manifiestamente negadoras de la realidad, no piense que el tipo es idiota. Piense más bien que usted está siendo tratado como un idiota. 

La colección de falacias y naderías que inunda el discurso político no muestra el nivel intelectual del que habla, sino su opinión sobre el nivel intelectual de su auditorio. Hay excepciones, claro: a veces se cuela un tonto entre los listos. Pero acertarán más si piensan que el político que suelta una estupidez tras otra nos está llamando estúpidos.

  Es el caso, por ejemplo, del PSOE y su famoso trilema imposible, también conocido como el del Triple No. No a permitir que gobierne el PP, No a Podemos y los independentistas y No a que se repitan las elecciones. Cualquier niño pequeño se da cuenta de que uno de esos tres noes tiene que ser mentira para que los otros dos puedan ser verdad. 

Los dirigentes socialistas son conscientes de ello, aunque discrepen sobre cuál de los tres noes debe decaer. Pero repiten sus tres negativas como el trilero callejero mueve los vasos, dando por hecho que millones de idiotas no sólo se tragarán el timo, sino que los aplaudirán por su habilidad y entereza. 

Como lo del Triple No cada día cuela menos, tras la no investidura de Rajoy a Sánchez se le ha ocurrido un remiendo para seguir pedaleando hacia la nada: resucitar el gobierno transversal del PSOE, Podemos y Ciudadanos. Una idea original, nunca antes intentada ni fracasada. Eso le da para una photo-op con Iglesias, otra con Rivera y unos cuantos cortes efectistas sobre “las fuerzas del cambio” en las campañas vasca y gallega. Una ración de pasto fresco para sus activistas en la red de aquí al 25-S, pero nada más. Esculturas de humo.  

Los dirigentes del PSOE –y en esto coinciden todos, los oficialistas y los críticos emboscados- parecen pensar que sus militantes son una turba de muyahidines irracionales que lapidarán sin piedad a quien ose proponer que se permita gobernar al único partido que está en condiciones de hacerlo, aunque lo contrario condene a España al bloqueo eterno. Tienen tan pobre opinión de “las bases” como de “la gente” (dos expresiones profundamente despreciativas, como “las masas” de antaño, de las que siempre se excluye el que las pronuncia).

No es cierto: los militantes del PSOE han demostrado muchas veces que mantienen un contacto razonable con la realidad. Viven en la sociedad y detestan las terceras elecciones tanto como cualquier persona sensata. En cualquier caso, se supone que el liderazgo consiste en persuadir de aquello en lo que se cree, no en seguir el curso de la corriente cuando conduce al precipicio ni en camuflarse tras la maleza para que le partan la cara a otro. 

El PP repite sin cesar que no hay nada más importante ni más urgente que dar un Gobierno a España. Hay que hacerlo ya, nos urgen, porque los plazos se nos echan encima y si seguimos esperando llegaremos tarde. A la vez, son conscientes de que sólo podrán gobernar si el PSOE levanta el veto; todo lo demás, incluido el acuerdo con Ciudadanos, es atrezzo. Pero están resueltos a defender hasta la muerte que el presidente tiene que ser Rajoy. O Mariano o nadie, repiten con la impostada fe del carbonero. 

No habrá en los dos próximos meses un gobierno tolerado por el Partido Socialista con Rajoy de presidente

Si el trilema negativo del PSOE es insostenible, también lo es el trilema positivo del PP. Sí a un gobierno urgente, Sí a un acuerdo con el PSOE que lo haga posible y Sí a Rajoy como presidente. No puede ser, señores, y ustedes lo saben. El tercer Sí hace inviables los otros dos. No habrá en los dos próximos meses un gobierno tolerado por el Partido Socialista con Rajoy de presidente, así que modifiquen su discurso o vayan pensando a cuál de las tres cosas renuncian para no seguir tomando a los ciudadanos por idiotas. 

La realidad es que los votantes han dado a Rajoy dos victorias electorales consecutivas, y ambas veces ha sido incapaz de transformar esas victorias en gobiernos. Los votantes también han otorgado en dos ocasiones a Pedro Sánchez la llave del gobierno de España; y él ha cerrado el candado por dentro, se ha tragado la llave y ha dejado al país bloqueado y sin salida. 

Así pues, lo menos que puede decirse es que uno y otro han hecho una gestión desastrosa del capital político que sus votantes les entregaron en diciembre y en junio. En cualquier empresa consciente de sus intereses, la junta de accionistas despediría sin contemplaciones al presidente ejecutivo que presentase semejante balance de resultados. 

Por su parte, Podemos siembra el desconcierto en sus filas al sabotear el acuerdo con los socialistas cuando parecía hacedero y proponerlo cuando es inviable. Decir ahora que “los números dan” es también insultar la inteligencia de la gente. Y Ciudadanos escenifica sucesivas negociaciones de sesudos programas sabiendo que no se llevarán a la práctica, y salta de un acuerdo insuficiente a otro con el único propósito de mostrar que es el campeón mundial del pacto inútil.

Junts pel Sí sigue contando la milonga de que existe un camino hacia la independencia que no dinamite el principio de legalidad

Mientras, Junts pel Sí sigue contando la milonga de que existe un camino hacia la independencia que no dinamite el principio de legalidad ni sitúe a Catalunya fuera de la Unión Europea, y que la CUP es un leal y fiable socio de gobierno y no un club de pirómanos políticos. No creen en absoluto lo que dicen, pero el día 11 convocarán a cientos de miles de personas para darles unos ripios con ese mantra y que los reciten por la Diagonal. 

Digo yo que si a estos ocho meses de estiércol político se va a añadir la agresión de obligarnos a votar por tercera vez, al menos merecemos la pequeña compensación de que no nos restrieguen la cara con unas papeletas de voto encabezadas por los mismos mentecatos que han perpetrado este quilombo. 

Imaginen que el 18 de diciembre presentaran (tomen los nombres sólo como ejemplos) a Soraya Sáenz de Santamaría por el PP, a Ángel Gabilondo por el PSOE, a Iñigo Errejón por Podemos y a Inés Arrimadas por Ciudadanos. No sé si se arreglaría algo, pero al menos se mostraría una pizca de pudor, no nos sentiríamos invitados a la cena de los idiotas y no tendríamos que ponernos mascarillas de oxígeno para ir a votar.