Los puentes no están rotos del todo pero todo tiene muy mala pinta. El New York Post, un diario popular históricamente bien comportado con Donald Trump, ha dedicado al presidente una portada-torpedo donde le expone defendiendo a los racistas. Peor todavía, The Wall Street Journal, el oráculo mediático de los mercados financieros de Nueva York, le ha arrojado encima su titular principal: "Trump echa gasolina a la furia racista". Ahí es nada. El propietario del Post y del Journal es la misma persona: Rupert Murdoch que, encima, es también el dueño de Fox News, el canal de televisión por cable más visto del país, y apoyo del presidente así nieve, llueva o granice. Murdoch es el aliado mediático decisivo de Trump.

"Trump vuelve: Hey, algunos nacionalistas blancos són "muy buena gente"

Todo suena fatal para Trump. Pero la culpa es toda suya. El martes de la semana pasada, Murdoch pidió a Trump que se librara de Stephen Bannon, su Jefe de Estrategia, un nacionalista blanco que está detrás de los discursos donde Trump equipara (y parece que justifique) la violencia de los grupos supremacistas blancos —que el domingo pasado se manifestaron en Charlottesville—, con la actitud de los manifestantes antirracistas que les plantaron cara, una de las cuales murió.

Bannon representa en la Casa Blanca el populismo desafiante que es un rasgo básico de esta presidencia. Bannon ha aconsejado a Trump que no critique a los activistas de extrema derecha que organizaron la concentración neonazi de Charlottesville si no quiere enajenarse una fracción pequeña pero muy activa de su base electoral. Trump le hizo caso el domingo. El lunes rectificó. Este martes ha vuelto a echarse atrás.

Resistencia

Trump se resiste a prescindir de Bannon, que no tiene pocos enemigos. Los tres más notables son la nueva Jefe de Gabinete del presidente, el general John Kelly; el asesor presidencial en seguridad, general H. R. MacMaster, y el yerno de Trump y también asesor principal, Jared Kushner. Los tres ya han empezado a purgar de aliados de Bannon sus oficinas.

De ahí esas portadas, tan sorprendentes. Hace meses que se acusa al Journal de proteger a Trump con una información blandita y crítica floja desde la sección editorial. Hace dos semanas, el digital BuzzFeed publicó entera la entrevista concedida por Trump a cuatro periodistas del diario económico —incluido su director, Gerard Baker. La comparación entre el total de la entrevista y lo publicado por el diario pone al descubierto el compadreo entre el Journal y la presidencia.

Murdoch tolera que sus medios tengan tratos menos aseados con líderes políticos y económicos, pero espera que se note poco y que se le devuelvan los favores. Quizá ha llegado el día que el Journal puede recuperar su cara y, al menos, evitar la sangría de periodistas que lo abandonan y la pérdida de prestigio de la cabecera.

Pocos días después de la comida entre Murdoch y Trump, el Journal, en un editorial, criticó a Bannon seriamente. "Es un superviviente de la Casa Blanca, pero sus hábitos guerreros también son responsables de buena parte de las disfunciones en la Casa Blanca", decía.

'Mafia connection'

Murdoch no va de broma. The Australian, otro diario propiedad suya (de hecho es el origen de su fortuna), ha publicado esta semana un informe policial de 1987 sobre las propuestas de construcción y gestión de un casino en Sidney. Trump aspiraba a hacerse cargo de la cosa. La policía lo desaconseja aludiendo a "Trump mafia connections". ¿Qué más sabe Murdoch de Trump?

Ahora, antes que nada, hay que fijarse en el comportamiento de Fox con el presidente. Trump dedica entre dos y cuatro horas al día a este canal. Le gusta especialmente el matinal Fox&Friends, al que toma como barómetro informativo y estimulante de sus tuits.

En Fox, sabiendo la afición del presidente, algunos presentadores ya hablan como si quisieran influirle, como dirigiéndosele directamente, según ha revelado un análisis de Vox. La conclusión es que Fox se comporta con Trump peor que la televisión soviética con el partido comunista. Naturalmente, eso es una exageración, pero Trump tiene buenas razones para temer quedarse mediáticamente aislado, con su cuenta de Twitter como único medio oficial —y el concurso de Breitbart.com, la web ultra que Bannon presidía antes de incorporarse a la Casa Blanca.