Un país entero teñido de rojo, blanco y azul, los colores de su partido, y una población festiva movilizada de forma masiva para expresar su apoyo al presidente. Este es el ambiente que se respiraba en Ruanda las semanas previas a las elecciones presidenciales. Los ruandeses, citados a las urnas el pasado viernes 4 de agosto, han reelegido a Paul Kagame, del Frente Patriótico Ruandés (FPR), como su presidente con el 98,63% de los votos, según ha anunciado la Comisión Electoral Nacional.

A gritos de “Paul Kagame” durante toda la noche del viernes, Kigali, la capital del país, celebró la victoria del presidente más querido de Ruanda. Pero los resultados no han sorprendido en absoluto, pues la decisión ya estaba tomada desde hacía dos años cuando, en diciembre de 2015, Kagame convocó un referéndum, que ganó con un 98,4% de los votos a su favor, para cambiar la constitución y así poder presentarse a un tercer mandato de siete años y dos más de cinco años, hecho que le permitiría perpetuarse en el poder hasta 2034.

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Paul Kagame celebrando su victoria / Foto: Meritxell Prats

Desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde, 6,8 millones de ciudadanos podían acercarse a los 2.340 centros electorales repartidos por todo el país para registrar su voto mediante la huella dactilar, sistema común en Ruanda desde las primeras elecciones multipartidistas de 2003. La población exhibía orgullosa su pulgar manchado de tinta a las salidas de los colegios y se hacía fotos para recordar el día.

Estos comicios han sido solo un trámite democrático por el que el país tenía que pasar, pues los otros dos aspirantes a la presidencia, Frank Habineza (0,47% de los votos), del Partido Demócrata Verde y único partido registrado en la oposición, y Philippe Mpayimama (0,73% de los votos), que se presentaba como candidato independiente y que ya felicitó al presidente reelecto antes de saberse los resultados definitivos, son apenas conocidos por la población ruandesa, que contempla a Paul Kagame como la única opción válida para dirigir el país.

Durante los 19 días que ha durado la campaña electoral y para los próximos siete años de mandato, Kagame ha prometido seguir en la misma línea que en las dos anteriores legislaturas y así poder seguir trabajando en favor de la unidad de todos los ruandeses, la seguridad y el desarrollo del país. “El 4 de agosto, votar al FPR significa votar por el desarrollo, la unidad y la seguridad”, proclamaba el presidente durante los mítines electorales. Tras anunciarse los resultados provisionales, Kagame agradeció el apoyo a todos los votantes y dijo que, a pesar de las críticas que recibía su modelo democrático, los ruandeses habían demostrado lo que querían.

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Foto: Meritxell Prats

“¿Ves todo lo que tenemos ante nosotros? Todos estos edificios altos, los hoteles, las carreteras asfaltadas e iluminadas, la seguridad… es gracias a él (Kagame)”, nos cuenta Salomón, un conductor de moto-taxi, señalando el paisaje repleto de colinas de Kigali. Tras el genocidio de 1994, que dejó el país hundido, y durante los años en los que Paul Kagame ha estado al frente del gobierno de Ruanda, el país ha experimentado un fuerte crecimiento económico que, según el Fondo Monetario Internacional, está culminando este año con un crecimiento del PIB del 6,1%. Según el informe de UNICEF de 2016, el programa nacional de salud (Mutuelle de Santé) da cobertura al 90% de la población y la mortalidad infantil se ha reducido de 184 muertes por cada mil habitantes en el año 2000 a 42 en el 2015. El 76% de la población tiene acceso a fuentes mejoradas de agua potable, pero, con todo, las desigualdades entre la ciudad y las zonas rurales son descomunales y, según este mismo informe, el 60% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, situado en 1,9 dólares al día.

Paul Kagame también ha tenido que defenderse de las acusaciones de falta de libertad de expresión y falta de democracia en el país por el hecho de que volviera a presentarse. “Democracia es dar a cada ciudadano el derecho a tomar sus propias decisiones. En nuestro modelo democrático, en Ruanda, nadie se queda atrás. No hay discriminación. Todos los ruandeses tienen el derecho a vivir sus propias vidas”, afirmaba el presidente en los mítines.

Un informe de Amnistía Internacional publicado el pasado mes de julio denunciaba el clima de miedo en el que se vive en Ruanda por los constantes ataques a la oposición política y a los medios de información independientes. Durante los últimos 23 años, los opositores de Kagame ha sufrido encarcelamientos, ataques físicos, asesinatos e incluso se han visto obligados a exiliarse del país. Este año 2017, el representante local del partido Fuerzas Democráticas Unidas, no inscrito en el registro oficial, Jean Damascene Habarugira, apareció muerto unos días después de ser citado con un funcionario de la seguridad local, según un comunicado del partido.

El 3 de mayo de este mismo año, Diane Rwigara, que durante meses había hablado de temas como la pobreza, la injusticia y la libertad de expresión, anunció que iba a presentarse a las elecciones como candidata independiente, lo que finalmente no pudo ser porque dos días después se filtraron en las redes sociales unas fotos de ella en las que aparecía desnuda. Durante 2016, al menos tres periodistas fueron encarcelados por investigar temas relacionados con la corrupción o posibles muertes sospechosas. La oenegé Human Rights Watch también denuncia, en su informe de 2016, que la sociedad civil ruandesa es muy débil debido a la intimidación y el control del Estado, pues no hay esquina en la que no se halle un policía.

Historia

Paul Kagame es presidente de Ruanda desde el año 2000, pero lleva en el poder del país desde 1994, cuando su partido, el Frente Patriótico Ruandés, y su brazo armado, el Ejército Patriótico Ruandés, pusieron fin al genocidio de la mayoría hutu contra los tutsis que, en tan solo 100 días, se cobró la vida de entre 800.000 y 1.000.000 de personas. Tras nueve años de gobiernos provisionales, ganó las primeras elecciones democráticas en 2003 con un 95% de los votos a su favor, y fue reelegido para un segundo mandato en 2010 con un 93% de los votos.