Hoy martes se reúnen los ministros de Asuntos Exteriores de los países que forman el G7 para abordar la guerra de Siria, pero en esta ocasión también están invitados Turquía, Arabia Saudí, los Emiratos Árabes, Jordania y Qatar.

Efectivamente, los últimos acontecimientos hacen pensar que una reunión solamente entre los países más poderosos del mundo para abordar la guerra siria resultaría poco efectiva sin contar con la voz de los países vecinos. A la reunión también está presente la Unión Europea con la representante de Asuntos Exteriores, Federica Mogherini.

Después del ataque químico sobre la población de Jan Shijún y el consecuente bombardeo sobre la base aérea del ejército sirio en Homs, el Grupo de los Siete y los países de Oriente Medio se proponen encontrar una solución y buscar el máximo apoyo de Rusia. Aun así, con el Kremlin totalmente a favor de Al Assad, podrían llegar a salir sanciones de las reuniones que mantendrán hoy los países citados en la localidad de Lucca, en Italia.

Uno de los protagonistas de esta reunión y que después visitará Moscú es el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, quien trasladará las conclusiones de la reunión a los asuntos que puedan afectar a los intereses rusos. También se abordarán temas relacionados con el terrorismo, la guerra de Libia y la escalada nuclear de Corea del Norte.

El ministro de Asuntos Exteriores inglés, Boris Johnson, ha dicho lo siguiente: "Lo que estamos intentando es darle a Rex Tillerson el mandato más claro de parte de Occidente para decirle a Rusia 'esta es vuestra elección, estate con este dictador o trabaja con nosotros para encontrar una mejor solución'".

A pesar de la presión del otros países para dar un giro a la guerra siria, la prioridad de Tillerson, según ha afirmado en más de una ocasión, es la de acabar con el Daesh en la zona. Por lo tanto, la presión que este puede ejercer hacia las decisiones del Kremlin es poco clara.

Donald Trump y Theresa May hablaron el lunes por la noche sobre la situación que se vive en el país después del bombardeo norteamericano y, según un portavoz de Downing Street, "la primera ministra y el presidente estuvieron hablando sobre la posibilidad de convencer a Rusia de que su alianza ya no es de su interés estratégico".