El dibujante de cómics Ramon Esono, famoso por sus contundentes críticas a la dictadura de Obiang Nguema Mbasogo, a través de caricaturas y tiras cómicas, ha sido detenido en Guinea Ecuatorial. Está incomunicado en la central de policía (la llamada Guantánamo) y no se han presentado cargos en su contra de ningún tipo, según Radio Macuto, uno de los medios digitales que informan sobre Guinea Ecuatorial. Esono, al ingresar en la central de policía, fue interrogado sobre sus dibujos críticos hacia el dictador. Los policías estaban muy molestos, sobre todo, por la divulgación de estas imágenes por Internet.

jamon y queso

El dibujante de un país

Ramon Esono vive en el exterior desde el 2011 y era consciente de que podía tener problemas si volvía a Guinea. Actualmente estaba establecido en Paraguay, pero tenía dificultades de papeles porque no podía renovar el pasaporte guineano. En la embajada de Guinea Ecuatorial en España se negaron a renovarle el documento, y por eso se vio obligado a viajar a Malabo, donde fue detenido en la calle, cuando salía de comer con unos amigos. Esono, también conocido por su seudónimo "Jamón y Queso", es uno de los críticos más feroces de la dictadura. Su cómic más conocido, La pesadilla de Obi, formulaba una crítica despiadada de Obiang. Y en algún caso, incluso, Esono ha colaborado con las organizaciones que denuncian la corrupción del gobierno guineano. Como algunos de estos casos están siendo perseguidos por la justicia, en Francia y en otros países, el gobierno guineano se ha sentido especialmente irritado por eso.

Un país sin libertades

La detención de Esono no ha extrañado a nadie. No es raro que el gobierno intimide a cualquier persona que disienta, y eso afecta especialmente a los periodistas, a los docentes y a los artistas. Buena parte de la elite intelectual del país está exiliada (es el caso, por ejemplo, de los escritores Donato Ndongo y Juan Tomás Ávila Laurel). Aunque oficialmente el gobierno de Guinea Ecuatorial asegura que respeta la libertad de prensa y de expresión (e incluso organiza grandes cócteles el día de la libertad de expresión), es uno de los países con menos transparencia del planeta. Los periodistas extranjeros no son bienvenidos, y a menudo no se les dan visados. Los medios de comunicación de la oposición han sido cerrados. Solo existe una televisión y una radio privadas: son del hijo del presidente, el autoritario Teodorín. La censura controla todas las llamadas, y la gente tiene miedo de hablar de lo que sucede en el país por teléfono... Y hay una censura estricta de Internet y de las redes sociales: a veces, cuando se abren determinadas páginas de medios de comunicación críticos con el gobierno, los operadores redirigen al usuario hacia la página oficial del gobierno guineano (que se limita a hacer propaganda del régimen). Pero esta última práctica, que hace unos días parecía tan excepcional, parece que empieza a llegar aquí...