Cuando el pasado mes de abril la primera ministra del Reino Unido, Theresa May, decidió convocar elecciones anticipadas, todas las encuestas le daban una cómoda victoria. Nada hacía pensar que las cosas podrían cambiar tanto y tan rápido, pero finalmente, el tiro le podría salir por la culata.

La campaña, que empezó marcada por las negociaciones del Brexit y orientada a fortalecer el liderazgo de la 'premier', ha acabado centrada en la seguridad y el terrorismo, y con el liderazgo de May todavía más debilitado.

Cuando las elecciones fueron convocadas, el pasado 18 de abril, la diferencia entre los dos principales partidos, Conservadores y Laboristas, era de 20 puntos. En estos momentos, sin embargo, a juzgar por los últimos sondeos, los resultados son impredecibles y algunas encuestas incluso aventuran casi un posible empate.

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¿Un error de cálculo?

Este jueves casi cincuenta millones de británicos están llamado en las urnas, por tercer año consecutivo. En 2015 estuvieron convocados a unas elecciones generales donde ganó por mayoría absoluta el conservador David Cameron, en el 2016 por el referéndum del Brexit y ahora por unas nuevas elecciones generales, esta vez anticipadas.

May, que había llegado al poder después de la dimisión de David Cameron en ganar la opción del Brexit, pero sin pasar por las urnas, decidió convocar el Reino Unido a unas nuevas elecciones, alegando que el país necesitaba un liderazgo "fuerte" para afrontar la negociación de la salida de la Unión Europea. Tenía mayoría absoluta en el parlamento, pero su liderazgo estaba bastante cuestionado dentro y fuera el partido y, a pesar de haber prometido no celebrar unas elecciones hasta el 2020 -año en que tocaría celebrarlas-, hizo un volantazo y llamó a las urnas.

En aquel momento, los sondeos le daban una ventaja de 20 punto que podía hacerle aumentar los apoyos en el parlamento. Ahora, sin embargo, podría llegar a no tener ni mayoría suficiente para formar gobierno. Si el año 2015 los Conservadores consiguieron 330 escaños, de 650, y se presentaban a estas nuevas elecciones para ganar todavía más apoyos, ahora podrían acabar perdiendo terreno.

May ha visto a medida que ha avanzado la campaña un inesperado avance de su rival laborista, Jeremy Corbyn. El socialdemócrata es bastante cuestionado por su propio grupo parlamentario, pero cuenta con el apoyo de las bases, sobre todo de las más jóvenes.

De momento, todas las encuestas pronostican que May ganaría las elecciones. Algunas por casi 10 puntos, otros ven prácticamente un empate. Pero sea como sea, unos buenos resultados de los laboristas podrían debilitar o incluso hacer perder la mayoría a los Conservadores, hecho que bloquearía el Parlamento y obligaría a llegar a pacto. Justo lo contrario de lo que esperaba May cuando las convocó.

Encuestas realizadas desde la convocatoria de los elecciones. Conservadores (azul), Laboristas (rojo), Liberal Demócratas (naranja), UKIP (lila), SNP (amarillo), Verdes (verde).

El terrorismo marca campaña

La campaña, que empezó totalmente centrada en las propuestas de los diferentes partidos sobre cómo llevar el Brexit, y sobre si tenía que ser duro o blando, ha acabado enfocada en el terrorismo. Los últimos ataques que ha vivido Gran Bretaña, han marcado la recta final de las elecciones, y han debilitado a la primera ministra.

Primero fue el atentado en Manchester, donde 22 personas perdieron la vida al estallar una bomba en un concierto juvenil. Después el que tuvo lugar el sábado pasado en Londres, donde murieron hasta ocho personas entre atropellados y apuñalados. Los dos fueron reivindicados por Daesh, y han puesto en cuestión la estrategia en seguridad de la primera ministra.

May, que fue ministro del Interior desde el 2010 y hasta el año pasado, se ha llevado la vez electoral de estos atentados. Se la culpa de haber recortado en policías el año 2011, poniendo en duda la seguridad, y también se le atribuye el error de haber bajado el nivel de alerta poco antes del nuevo atentado.

La primera ministra ha contraatacado duramente estas críticas, subrayando que hay demasiada tolerancia con el extremismo y asegurando que endurecerá la lucha antiterrorista. Justamente este miércoles ha apostado por restringir las libertad y las movimientos de los sospechosos de terrorismo, asegurando que si eso va en contra las leyes de los derechos humanos, cambiará la legislación.

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El SNP busca mantener la fuerza

Las elecciones, sin embargo, no sólo serán importantes para medir fuerzas entre Conservadores y Laboristas. También lo son para el partido nacionalista escocés, el SNP. El partido liderado por la ministra principal de la región, Nicola Sturgeon, busca retener la mayoría de los históricos 54 escaños en el Parlamento de Londres que consiguió en 2015, de un total de 59 que corresponden a Escocia a los Comunes.

Por otra parte, el Partido Liberal Demócrata de Tim Farron, que sufrió una derrota histórica en los comicios de hace dos años perdiendo hasta 49 diputados, quiere ahora recuperarse y aumentar los nueve escaños que tiene en la Cámara de los Comunes, con la promesa de someter a un referéndum el acuerdo final del Brexit. Mientras, el eurófobo UKIP, que desde el plebiscito sobre pertenencia a la UE del 23 de junio de 2016 ha visto deshinchado su proyecto, se propone ganar algún escaño en los Comunes, y demostrar que todavía tiene alguna influencia en la política del Reino Unido.