Tal día como hoy del año 1496, hace 521 años, Miquel de Ballester, primer oficial de Bartolomé Colón —hermano de Cristóbal Colón— dirigía el inicio de las obras de urbanización y de construcción —sobre el terreno delimitado once días antes— de la ciudad de Santo Domingo, en el sur de la isla de La Hispaniola. El año 1496 esta isla, actualmente dividida entre los estados de la República Dominicana y Haití, era la única posesión europea consolidada y la ciudad de Santo Domingo, proyectada para concentrar todas las dependencias del gobierno colonial, se convertiría en la primera capital de la colonia y la primera capital colonial del continente americano.

 

Miquel de Ballester, nacido en Tarragona en 1436, era un armador muy próximo a personas del círculo de confianza del rey Fernando el Católico. Acompañó los Colón —Cristóbal y Bartolomé— en el segundo viaje al continente americano y fue el introductor en La Hispaniola del estrujado, una técnica para separar el azúcar de la caña que se utilizaba exclusivamente en la comarca de Gandia (País Valencià). El azúcar de caña valenciano era una de las fuentes de recursos de la familia Borja, en aquellos días liderada por el pontífice Alejandro VI (Rodrigo de Borja), aliado incondicional de los Reyes Católicos en la empresa americana: la conexión Roma-Barcelona-Santo Domingo.

 

Miquel de Ballester fue nombrado primer gobernador efectivo de la plaza de Santo Domingo (1500). Con anterioridad la plaza había sido gestionada conjuntamente por un órgano colegiado que integraba a los dos bandos coloniales enfrentados: por un lado los partidarios de los Colón, formado por colonos procedentes de los países de la Corona de Aragón; y por el otro los partidarios de los capitanes castellanos que habían provocado varios motines y rebeliones contra la autoridad de los Colón e, incluso, habían protagonizado huidas sonadas hacia Europa. La cancillería de los monarcas resolvió la crisis inclinándose hacia los Colón. Y Ballester sería el primer alcalde-gobernador colonial americano.