Tal día como hoy del año 2010, hace 7 años, un millón quinientas mil personas se manifestaban en las calles del centro de Barcelona contra el fallo del Tribunal Constitucional español contra el Estatut de Catalunya del 2006. La sentencia declaraba "ineficaz jurídicamente" el preámbulo —que definía a Catalunya como nación, declaraba 14 artículos "inconstitucionales" —los que establecían, entre otros, que el catalán era la lengua preferente de la Administración y vehicular del sistema de enseñanza— y reinterpretaba 27 artículos más que articulaban, entre otros aspectos, el sistema jurídico y legal catalán. En la sentencia se citaba hasta catorce veces "la indisoluble unidad de la nación española".

El Estatut del 2006 había sido aprobado por el Parlament de Catalunya y refrendado por la ciudadanía. También había obtenido el apoyo de más de 1.500 entidades del tejido asociativo y cultural del país. Y poco después pasaría el cedazo de las cámaras parlamentarias españolas amparado en la mayoría del PSOE. Pero el PP, entonces en la oposición, instrumentalizó una operación anti-Estatut para desgastar al Gobierno español. Cincuenta diputados de la derecha española presentaron un recurso de inconstitucionalidad que se resolvería tres años después con el fallo contra el Estatut y contra las cámaras parlamentarias y la sociedad que lo habían aprobado. Mientras tanto, el PP había desplegado una fuerte campaña anticatalana, que sería una de sus bazas para ganar las elecciones generales de 2011.

La sentencia del Tribunal Constitucional levantó una colosal oleada de indignación en la sociedad catalana. Ponía de relieve la pervivencia de un bloque nacionalista español de tradición atávica y monolítica, profundamente arraigado en las estructuras de poder españolas, que chocaba frontalmente con la voluntad de progreso y la vocación de libertad de la sociedad catalana. La manifestación del 10 de julio de 2010 —hasta entonces, la más multitudinaria de la historia de Catalunya— marcaría un antes y un después en las relaciones entre Catalunya y España. Sería la primera de una serie de grandes manifestaciones reivindicativas celebradas en las Diades Nacionals del 11 de septiembre, que harían gravitar a una parte importante de esta sociedad hacia el horizonte de la independencia.

Imagen: Manifestación del 10 de julio de 2010 / Fuente: Òmnium Cultural