Tal día como hoy del año 1494, hace 523 años, Colón -en su segundo viaje al continente americano- fundaba la ciudad de La Isabela, situada en la costa norte de la isla de La Hispaniola, a unos 20 kilómetros al Oeste de la actual ciudad de Puerto Plata (República Dominicana). 12 meses antes, al iniciar el retorno del primer viaje, había dejado una pequeña guarnición de 39 hombres en un asentamiento provisional -Fuerte de Natividad, a unos 100 kilómetros al Oeste de La Isabela- que fue destruido y calcinado por los indígenas caníbales del caudillo Caonabo, en el marco de la guerra que mantenían con los aborígenes taínos del caudillo Guacanagarí -que el año anterior había suscrito una alianza con Colón.

Colón había partido de la península -investigaciones recientes apuntan que lo hizo desde Barcelona- con un grupo de 17 naves y un contingente de 1.500 hombres. Un hecho que revela que el segundo viaje tenía más de conquista que de expedición. En la desembocadura de un río que llamaron Bajabonico, Colón ordenó la edificación de una ciudad amurallada con edificios administrativos, señoriales y religiosos que se tenían que construir con piedra y con techos con teja siguiendo al modelo arquitectónico europeo. La parte intramuros fue denominada "El Castillo", y a la zona extramuros -los huertos y el arrabal del puerto- la llamaron "Las Coles". El primer alcalde -por designación previa de los monarcas hispánicos- fue el portugués Antonio de Torres -alto funcionario de la corte de Isabel.

Cartulario de las Antillas del siglo XVII

Y el primer vicario apostólico -por designación previa del Pontificado- fue el catalán Bernat Boïl -secretario personal del rey Fernando-. Boïl -nacido en Saidí (Baix Cinca) y criado en Lleida- venía acompañado de Ramon Pané -que todo apunta que procedía de la Segarra-, el primer europeo de aquel contingente que aprendió la lengua indígena, y el primero en evangelizar a los nativos. Boïl había sido, también, comisario de galeras del almirante de la Armada de Aragón. El nexo "americano" que unía a los dos personajes era el navegante Miquel Ballester, de Tarragona, que fue el primer comandante del fuerte de La Concepción, la avanzadilla militar y económica en el interior de la isla. Poco después La Isabela fue abandonada y su modelo fue reproducido en Santo Domingo.