Tal día como hoy del año 1645, hace 372 años, moría en Villanueva de los Infantes (Castilla) el escritor Francisco de Quevedo y Villegas, poeta, narrador y dramaturgo, y figura bandera de la literatura barroca castellana; que recogió y disfrutó, durante su existencia, del reconocimiento y el prestigio que le brindaron su obra. Quevedo sería una figura muy influyente en la sociedad castellana de su época. Y sería, también, un inestimable colaborador del poder; representado en aquella época por el partido cortesano del conde-duque de Olivares —ministro plenipotenciario del rey Felipe IV—, que había sometido Catalunya fiscalmente, políticamente y militarmente.

Quevedo fue el instrumento del poder hispánico para crear, alimentar y divulgar un falso relato que acusaba a las instituciones catalanas de inacción para acabar con el fenómeno del bandolerismo; y que, también, pretendía justificar la invasión militar hispánica que había desembocado en un paisaje de violencia extrema hacia la población civil catalana. Suyas son las citas, publicadas en su obra, que han quedado para la historia: “El catalán es la criatura más triste y miserable que Dios creó”, “Son los catalanes aborto monstruoso de la política” o “En tanto que en Cataluña quedase un sólo catalán y piedras en los campos desiertos, hemos de tener enemigo y guerra”.

La revolución independentista de los segadores y la alianza política y militar entre Catalunya y Francia (1640), provocó un descalabro en la corte de Madrid que se tradujo en el descrédito del partido de Olivares, que en su caída (1642) arrastraría toda la hilera de halagadores y de propagandistas que colgaba del primer ministro. Quevedo, "vocero" de gran difusión que había llegado a todos los sectores de la sociedad gracias al estilo sencillo y divulgativo de su obra, sería desterrado lejos de la corte en un pequeño pueblo de Castilla, y moriría pasados tres años —a la edad de 64— enfermo, desacreditado, marginado, olvidado, arruinado y malviviendo prácticamente de la caridad de la parroquia.