Tal día como hoy del año 1238, hace 779 años, las autoridades árabes de la ciudad islámica de València se reunían en Russafa —actualmente un barrio del cap i casal— con la plana mayor del ejército de Jaime I, conde de Barcelona y rey de Aragón, y firmaban la rendición que ponía fin a 525 años de dominación política y cultural islámica. Con el único paréntesis de la dominación del Cid Campeador (1094-1099), un mercenario de fortuna que había luchado tanto en el bando cristiano como en el islámico. Con la firma de las capitulaciones los árabes de València se comprometían a abandonar la ciudad en un plazo de diez días. El 9 de octubre el conde-rey Jaime I haría su entrada triunfal en la ciudad.

Durante los días comprendidos entre la capitulación de Russafa y la entrada de Jaime I, los barones que habían aportado los ejércitos de aquella campaña empezaron a tomar posesión de la ciudad. La València que encontraron los conquistadores cristianos no conservaba ningún rastro del pasado íbero-romano. Cinco siglos de dominación árabe habían borrado toda la herencia cultural y política latina. Las fuentes revelan que la población de Al-Balansiya (el nombre árabe de València) era, en su absoluta totalidad, de lengua árabe y de religión musulmana. Y la ciudad, arquitectónicamente y urbanísticamente, era una réplica de las ciudades islámicas del norte de África.

El Libro de Repartos revela que la ciudad fue repoblada por vasallos de los barones que habían participado en la campaña. La mayoría de los nuevos pobladores procedían de los condados catalanes y en menor medida del reino aragonés y de los condados occitanos. La lengua y la cultura de la ciudad serían la catalana, con una importante influencia del aragonés y del occitano. València sería dotada con un régimen político municipal propio inspirado en los Usatges de Barcelona, los Costums de Lleida y los Fueros de Zaragoza; y sería elevada a la categoría de capital de un nuevo reino creado por la cancillería real con el propósito de limitar el poder de las aristocracias catalana y aragonesa.