Tal día como hoy del año 1863, hace 154 años, nacía en Terrassa Alfonso Sala Argemí, a quien en 1924 el gobierno español dirigido por Primo de Rivera nombraría —por decreto— presidente de la Mancomunitat (1914-1925). De esta manera el gobierno de España lo convertía en el segundo presidente de la Mancomunitat intervenida y en el responsable de la conclusión de los trabajos de desmantelamiento del organismo preautonómico iniciados por su antecesor —el también nombrado por decreto Carlos de Losada— el mismo año. El rey Alfonso XIII y el dictador Primo de Rivera habían ordenado la liquidación de la Mancomunitat alegando que "ayudaba a deshacer la gran obra nacional".

Con anterioridad, Sala había tenido una dilatada carrera política en el Partido Liberal como diputado —por el distrito electoral de Terrassa— en las Cortes españolas. Lo había sido, de forma intermitente, desde 1893 hasta 1922. Pero desde la formación de la plataforma Solidaridad Catalana (1906), que agrupaba todos los partidos catalanes partidarios de la recuperación del autogobierno, se escoró hacia posiciones ideológicas a conservadoras y antiautonomistas. En 1918 creó la sección catalana de la Unión Monárquica Nacional —el partido del dictador Primo de Rivera— que sería una reunión de los elementos más reaccionarios y anticatalanistas del caciquismo local y oligárquico de Catalunya.

Nace Alfons Sala, presidente de la Mancomunidad intervenida. Alfonso XIII, Milanos del Bosch i Primo de Rivera. Fuente Archivo de El Nacional.

Alfonso XIII, Milans del Bosch y Primo de Rivera

Después del golpe de estado de Primo de Rivera (1923), que ponía fin a un largo periodo democrático de medio siglo iniciado con la Primera República española (1873), colaboró con el nuevo régimen represor. Como presidente —impuesto e impostado— de la Mancomunitat —y al lado del gobernador militar de Barcelona Joaquín Milans del Bosch— persiguió con una obsesión enfermiza el tejido asociativo y cultural del país, provocando sonados enfrentamientos con los miembros más destacados de la sociedad civil catalana, incluso con Cambó. Españolizó la institución y la disolvió en el marco de las diputaciones provinciales. En recompensa, Alfonso XIII lo convertiría en Conde de Egara.