Tal día como hoy del año 1516, hace 501 años, se abría y se hacía público el testamento de Fernando el Católico, el último soberano de la dinastía nacional catalano-aragonesa, que había muerto dos días antes en Madrigalejo (Extremadura). Fernando, que era viudo desde hacía doce años de Isabel la católica, ejerció de forma independiente hasta su muerte (1516) el gobierno de la corona catalano-aragonesa. Y tuvo cierta cuota de poder en el gobierno de la corona castellano-leonesa, a pesar de la oposición de los estamentos de poder de la Corte de Toledo. Primero como consorte de la reina, después con el yerno Habsburgo y la hija, y finalmente con la oligarquía latifundista castellana.

Su testamento despertaba un gran interés, no sólo en Toledo y en Barcelona sino también en todas las cancillerías de Europa, especialmente en Bruselas -sede temporal de los Habsburgo-. Fernando, al enviudar (1504), se había casado de nuevo con una princesa francesa con el propósito de engendrar a un heredero que tenía que ser el continuador de la dinastía nacional catalano-aragonesa. Muerto prematuramente este heredero, y muerto también el yerno Habsburgo -se sospecha que lo envenenó Fernando-; recluyó a la hija y la apartó de los asuntos de Estado. Y se quedó a un nieto -un hijo del yerno Habsburgo y de la hija recluida, de nombre Fernando- que educó personalmente en Barcelona.

Todo apuntaba a que el pretendido heredero Fernando se convertiría en el nuevo rey de la Corona de Aragón, dejando paso a Carlos -el hermano mayor del pretendido heredero y educado en casa del abuelo Habsburgo- para convertirse en rey de la Corona de Castilla. La sorpresa saltó cuando el lector del testamento pronunció el nombre de Juana -la reina pretendidamente loca y recluida a conciencia- que sería auxiliada, en la obra de gobierno, por su hijo Carlos, el flamenco. En Barcelona y en València -las dos grandes ciudades de la Corona de Aragón- nadie lo aceptó, y rápidamente se extendió el rumor de que la firma del testamento, curiosamente redactado el día antes de una muerte inesperada, había sido falsificada.