Tal día como hoy, hace 311 años, se abrieron por última vez las Corts de Catalunya en una sesión presidida por Carlos de Habsburgo –el candidato austríaco al trono español en la guerra de Sucesión. Las Corts –al margen de escenificar la división política de las Españas– impulsaron un salto legislativo extraordinario en cuestiones –que actualmente consideramos tan básicas– como los derechos individuales de las personas, las libertades civiles y el derecho político de los electores y de sus representantes. Era un salto cualitativo de gran trascendencia que situaba Catalunya en la primera línea europea del progreso social y de las garantías jurídicas.

Las Corts catalanas son el precedente más remoto del contemporáneo sistema parlamentario occidental. Surgidas de las asambleas de Pau i Treva del año 1000, reunían los tres estamentos más representativos de las sociedades medievales y modernas: el brazo nobiliario (la aristocracia militar), el brazo eclesiástico (la jerarquía católica) y el brazo real (los síndicos de las ciudades y villas reales). El rey presidía las sesiones; y los acuerdos pactados adquirían carta y naturaleza de ley. No se celebraban de forma regular, pero disponían de unos organismos que mantenía reunidos permanentemente los representantes de cada uno de los tres brazos: la Generalitat –y la Junta de Braços en ocasiones de excepcionalidad.

Con la derrota de 1714 el primer Borbón liquidó el sistema institucional, político y jurídico de Catalunya. La Nueva Planta borbónica significó un retroceso gigantesco en cuestiones políticas, sociales y económicas. Catalunya fue reducida a la categoría de simple provincia de Castilla, y quedó sujeta a las retrógradas leyes castellanas congeladas en el tiempo por la acción involucionista de las oligarquías latifundistas y de la Inquisición. En cambio, Holanda e Inglaterra –que disponían de un sistema político y jurídico de inspiración catalana– se convirtieron en las potencias de la Europa moderna. Y en este punto nos queda la duda de qué habría pasado si Catalunya hubiera alcanzado su independencia en 1714.