Este martes se cumplirá el primer aniversario de la elección por el Parlament de Catalunya de Carles Puigdemont como 130.º presidente de la Generalitat. El jueves hará un año de su toma de posesión en el Palau de la Generalitat y el sábado, doce meses de la primera reunión del Govern de Junts pel Sí. Doce meses es, en condiciones normales, un tiempo corto pero suficiente para evaluar la obra de un gobernante. Tanto del liderazgo del jefe de gobierno, como del conjunto del ejecutivo y, en este caso, también de una pieza política importante como es el vicepresidente y conseller d'Economía, Oriol Junqueras, que también cumplirá el sábado su aniversario como responsable de las finanzas catalanas. Sin embargo, la excepcionalidad del período actual impide dar notas en estos momentos del curso, ya que de la realización o no del referéndum depende una parte importante de la puntuación.

Sí sabemos, por ahora, según encuestas muy diferentes publicadas estos días, que Puigdemont ha alcanzado una valoración política muy alta, y que su gestión después del primer año de mandato ha ampliado hasta el 40% la puntuación positiva, al tiempo que la negativa ha descendido del 38% al 33%. Respecto a su Gobierno, las valoraciones entre bueno y malo están muy equilibradas. Dadas las dificultades políticas más que evidentes, la ofensiva jurídica del Gobierno español que ha llevado a los tribunales al expresident Mas, a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y a numerosos cargos electos; el ahogo financiero al que están sometidas las arcas de la Generalitat, y la permanente campaña mediática contra las autoridades catalanas, el resultado es más que aceptable. En este paquete positivo no puede ser pasado por alto el papel del vicepresident Oriol Junqueras, que ha transmitido autoridad y seriedad a los agentes económicos y sociales desde una conselleria tan complicada y tan difícil como es Economía.

Si resulta que la situación es razonablemente buena, que el Govern saca adelante la legislatura –con dificultades, eso sí– y que ninguna encuesta da al independentismo la pérdida de la mayoría absoluta en unas elecciones, ¿qué es lo que hace que este primer aniversario tenga para Puigdemont un sabor agridulce? Sin duda, el referéndum, que está sometido a demasiadas incertidumbres pese a haber una mayoría política en el Parlament dispuesta a llevarlo adelante. Además, el president de la Generalitat que lo lleve a cabo no puede ser revolcado previamente en el Parlament por sus socios de la CUP si no quiere ver muy mermada su autoridad. Conjugar tantos intereses parece hoy un objetivo muy alejado de la realidad, pero fracasar en el empeño será un lastre demasiado pesado para todos aquellos que hayan trabajado en esta dirección.