El editorial de The New York Times, inequívocamente a favor del referéndum de independencia de Catalunya, es un golpe seco y contundente contra las mentiras construidas por el Gobierno español y repetidas una y otra vez por su coral política, financiera y mediática en los últimos años. El independentismo recibe el aval del principal medio de comunicación del mundo en un momento clave del proceso: con el referéndum convocado por el Govern de la Generalitat y a una semana de que se conozcan los detalles de la jornada electoral del próximo 1 de octubre.

El Gobierno español encaja un gol por toda la escuadra y los defensores del referéndum reciben un importante empujón internacional. Tanto es así que los partidos unionistas, 24 horas después, permanecen en un estruendoso silencio. La falacia del golpe de Estado se desvanece como los gigantes del Quijote. ¿Desde cuándo votar es un golpe de Estado y sus impulsores, unos golpistas? ¿Solo porque lo digan el Gobierno español y sus ministros? Ese es el momento en que el NYT devuelve la pelota al terreno de juego con una gran obviedad: los catalanes tienen derecho a votar, así es la democracia.

El castillo de naipes se ha derrumbado estruendosamente, ya que el NYT no es cualquier cosa y sus periodistas están a salvo de las presiones de los gobiernos de turno. Qué gran paradoja: el perímetro de las amenazas pierde toda su fuerza al entrar en contacto con el agua del Mediterráneo. También el de los favores que debe el Estado de los que nos ha hablado García-Margallo y que obliga a las instituciones europeas a boicotear las visitas de la Generalitat y a numerosos estados, a no recibir al presidente catalán.

Por todo ello, el editorial del NYT es importante en este combate tan desigual en que la razón y la fuerza están en bandos diferentes. Si hace dos semanas el acto de apoyo de Guardiola estaba en las cancillerías de todo el mundo, hoy Catalunya vuelve a estar en el dossier de las personalidades más importantes del planeta, tal como acostumbra a estar el editorial del diario más importante del mundo.

Y una breve explicación para los que hacen de la descalificación de los viajes del president de la Generalitat su deporte favorito. Cuando, a finales del pasado mes de marzo, Carles Puigdemont viajó a Washington y Nueva York, en su primera visita oficial a Estados Unidos, llevaba en su agenda una cita en la sede de The New York Times. El viaje fue muy criticado por la oposición, ya que no había en el programa dirigentes políticos del máximo nivel. Cosa que, por otro lado, era cierta, ya que el Gobierno español hizo todo lo posible para que así fuera. ¡Y bien que alardeó de ello!

Pero Puigdemont llevaba una bala en la recámara de la que no habló y nada se supo hasta este viernes: la reunión que mantuvo con el editorialista del NYT para Europa, al que le explicó con todo lujo de detalles cuál era la situación de las relaciones entre España y Catalunya y qué pensaba hacer su gobierno. Hoy, el viaje ya está más que justificado.