Como ya sucedió el 1 de octubre, en que la opinión publicada mundial tuvo una clara actitud de repulsa a la violenta y desproporcionada actuación policial durante el referéndum catalán, donde más de un millar de personas de todas las condiciones y edades necesitaron asistencia médica, las medidas del gobierno de Mariano Rajoy de proponer al Senado la supresión de la autonomía catalana han sido acogidas con estupor y preocupación por los medios de comunicación internacionales. En una Unión Europea donde los gobiernos se protegen y dejan cada vez más de lado la opinión de los ciudadanos —el caso de la acogida de refugiados no queda muy lejano— uno debe acudir a los resquicios que deja la diplomacia o a lo que uno encuentra en los diferentes medios internacionales.

Así, son varios que se refieren a la aplicación del 155 simple y llanamente como un golpe de estado contra la democracia en Catalunya. Entre ellos el británico The Independent. Para el Financial Times el conflicto está entrando en su fase más aguda y Rajoy corre el riesgo de una desobediencia civil generalizada en Catalunya. También advierte al presidente del gobierno español sobre la dureza de las medidas que, dice el rotativo, podría manchar la reputación de la UE "considerada como un club de demócratas".

Estos ejemplos reflejan dos cosas: la primera que el caso catalán ha sensibilizado a la opinión pública mundial. Pero también que los gobiernos extranjeros se mueven con pies de plomo, y desde luego no al ritmo que el conflicto catalán necesita en un momento en que la reconquista española de Catalunya pretende aniquilar su propia identidad. O ¿hay algo que represente más la identidad de un pueblo que sus instituciones, su lengua, sus medios de comunicación y su policía? Contra todo ello se pretende ir con el 155,  en un ataque atroz contra la autonomía de Catalunya.

La manifestación del sábado de apoyo a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, que este lunes cumplirán una semana en la prisión de Soto del Real, demuestra que la capacidad de movilización del independentismo es muy alta y su resiliencia también. Las dos cosas estarán encima de la mesa del president Puigdemont y del Govern que esta semana han de adoptar una decisión trascendente, comprobado definitivamente que el diálogo que había propuesto no es posible. En base, según dijo Puigdemont el sábado por la noche, a su voluntad de "actuar en consecuencia" si se aplicaba el artículo 155.

Será el viernes en el Parlament, el mismo día que se reunirá el Senado. Cinco días, un tiempo que en muchos momentos ha servido para alcanzar acuerdos decisivos y que en esta ocasión han de servir para despejar los nubarrones existentes. Y cerrar el acuerdo en el PDeCAT y Esquerra, en Junts pel Sí y entre JxSí y la CUP.