La vorágine de noticias y la situación política que atraviesa Catalunya hace que a veces haya informaciones que el intenso flujo informativo se lleva por delante y que vale la pena recuperar unos días después. Sucedió el pasado martes por la tarde en el Congreso de los Diputados con motivo de la proposición no de ley para sacar al dictador Franco del Valle de los Caídos y la ponente del Partido Popular era Alicia Sánchez-Camacho, presidenta del partido en Catalunya hasta hace muy pocos meses. Por ella hemos sabido (¡glups!) que el pacto constitucional tenía un anexo -no escrito, claro está- nunca explicado, y que no era las rebajas que vinieron después del golpe de Estado de 1981, en que se laminó buena parte del poder autonómico y se acotó el nivel de autogobierno de Catalunya. Pues bien, mover al dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos es romper el pacto constitucional.

¡Caramba! La política da giros insospechados. Incluso, con mucha benevolencia, se puede llegar a entender que sectores del PP hagan suyo que la tumba del dictador Franco es un bien a preservar en el Valle de los Caídos. Cuesta, pero bueno. Quizás el PP necesita de contorsiones así para retener el importante flujo de electores de la derecha extrema que retiene como una especie de voto cautivo y cerrando el paso a la aparición de un partido de extrema derecha. Pero incluirlo en el pacto constitucional no se nos preguntó a los ciudadanos. No deja de ser curioso cómo salen a relucir de una u otra manera los trapos sucios y se acotan los extremos: a Franco no se le puede tocar del Valle de los Caídos y la unidad de España impide no solo votar a los catalanes sino incluso pedir permiso al gobierno de España para hacer un referéndum. Esto último lo acaba de decretar el Tribunal Constitucional.

También sorprende la vehemencia con que este tema ha sido abordado en el Congreso de los Diputados. Releer a partir de la página 24 del número 50 del Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados es casi un libro de historia individual de cada uno de los ponentes. Como el furibundo ataque de la nombrada Sánchez-Camacho, hija de un comandante de la Guardia Civil, cuando reveló desde la tribuna y dirigiéndose al portavoz del PNV que todos los allí presentes tenían una memoria. Y la suya era que "a mi tío lo fusiló un pelotón de fusilamiento; todos tenemos historia". No estoy seguro que pasear los muertos sea la mejor manera de orientar el futuro. Pero bueno.