Después de unos fines de semana sin especiales problemas en el aeropuerto de El Prat, coincidiendo con los dos días festivos con motivo de Sant Joan se han vuelto a ver, leer y escuchar quejas de personas atrapadas en las colas del control de pasaportes. No se han sucedido las aglomeraciones del puente del primero de mayo y semanas posteriores, pero sí han llamado la atención, entre otras cosas porque el inicio de la temporada de verano está a la vuelta de la esquina. También porque el delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo, había dado por superada la fase conflictiva después de las protestas de pasajeros y también de la Generalitat.

Es evidente que no ha sido así y, se quiera o no, las infraestructuras sigue siendo una asignatura pendiente. Un pasajero que llegue, por ejemplo, un lunes a El Prat puede tener primero problemas en el control de pasaportes, más tarde en alguna de las incidencias de Rodalies y, para acabarlo de rematar, se puede encontrar con la huelga de principios de semana en el metro, que cumplirá este lunes su octava semana sin que haya habido ningún avance y la incidencia en el transporte subterráneo de la ciudad ya forme parte de la cotidianidad semanal. A lo mejor, incluso un día se acabará si se sientan a negociar en serio y alguien piensa en los barceloneses.

El conseller de Territori i Sostenibilitat ha reclamado una reunión urgente con la Delegación del Gobierno y con Aena, la titular de la instalación. Mucho me temo que la reunión servirá de bastante poco, entre otras cosas, porque ahora ya sabemos que la solución requerirá de tiempo y paciencia. Entre otras cosas, porque la planificación se hizo mal y cuando no se habla del aumento de vuelos en El Prat, se recurre al incremento de pasajeros.  Como si fuera una sorpresa que cada vez más compañías extranjeras quieran situar aviones punta a punta con salida o destino en Barcelona. El bloqueo de pasar imperiosamente por Madrid en todas las rutas aéreas hace un cierto tiempo que se rompió y es obvio que el negocio ha cambiado no solo más de una rutina sino que ha permitido superar más de un obstáculo. Pero eso lo sabía todo el mundo. Lo que hemos de preguntarnos es por qué no se ha evitado.