El terrorismo cada vez que actúa pone al descubierto algo a lo que quizás no habíamos prestado suficiente atención. El caso de este miércoles en la ciudad de Londres es un buen ejemplo: cada vez se necesitan menos cosas para perpetrar un atentado y, en cambio, la rapidez de las comunicaciones hace que toda la atención planetaria se concentre en el mismo sitio, en este caso ante el Parlamento de Westminster. Un terrorista, un coche y un cuchillo que han servido para perpetrar un acto violento que además de cobrarse cuatro vidas humanas y dejar una veintena de heridos de diferente consideración ha interrumpido una sesión en la Cámara de los Comunes, ha obligado a evacuar de urgencia a la primera ministra Theresa May y hasta 400 personas entre políticos, trabajadores de medios de comunicación y personal del Parlamento han permanecido retenidos varias horas ante la amenaza de que el atacante no hubiera actuado solo.

Europa está en permanente estado de alerta desde hace mucho tiempo. Y en un estado de ansiedad en algunas capitales occidentales: París y Bruselas son dos claros ejemplos. La capital comunitaria recordaba este miércoles el primer aniversario de la mayor masacre en el país, que dejó 32 víctimas y 300 heridos. Y un país que aún no ha recuperado del todo el pulso habitual en la calle. En Francia, el estado de sitio se ha convertido en la situación natural bajo la presidencia del socialista François Hollande. En Roma, el ejército patrulla por las calles... y así podríamos seguir. Londres había desactivado más de una docena de planes terroristas para actuar en suelo británico pero es materialmente imposible conseguirlo siempre. Las imágenes nos ofrecían un país conmocionado aunque lejos, lógicamente, del choque que supuso el atentado de julio de 2005 en el que perecieron 56 personas.

El terror despierta siempre miedo y provoca reacciones imprevistas en otros lugares del mundo. El presidente de Estados Unidos, empeñado en cerrar la frontera con México e impedir la entrada a ciudadanos de varios países con un historial terrorista, aprovechará sin duda el atentado de Londres para reforzar sus posiciones y su discurso prebélico. Y las elecciones francesas están a la vuelta de la esquina, con un único candidato claro en la primera vuelta: Marine Le Pen.  Al terrorismo, no hay que tenerle miedo. Pero lo cierto es que acaba condicionando, si no nuestras vidas, sí lo que acaban haciendo nuestros políticos.