¿Por qué no se ha respetado el duelo de los catalanes? ¿Por qué no se ha tenido en cuenta el enorme impacto que ha sufrido una sociedad traumatizada por los atentados y que en tan solo cuatro días ha asistido a una película de terror que empezó en La Rambla de Barcelona, siguió por la Diagonal y Sant Just Desvern y de allí se expandió por todo el territorio catalán desde Ripoll a Sant Carles de la Ràpita? Aunque el dolor por los atentados de Barcelona y de Cambrils es imperecedero y marcará el rumbo del país y de la capital catalana en los próximos años, están empezando a suceder cosas que no pueden ser pasadas por alto. Decir basta, quizás, no sirva de nada. Pero callar es ser cómplice de la mentira, la difamación y la infamia. Y eso nunca es aceptable.

Por eso y desde el dolor y la profunda indignación que uno no puede sino sentir después de que quince personas hayan perdido la vida a manos de los terroristas y varias decenas permanezcan ingresadas una semana después en diferentes hospitales, hay que proclamar lo siguiente:

No conseguirán desacreditar a los Mossos d'Esquadra y que lo que ha sido un éxito policial con muy pocos precedentes a nivel internacional y que no tiene ideología política alguna sea motivo de descrédito de la policía nacional de Catalunya por parte de unos desalmados que tan solo buscan arañar un puñado de votos.

No conseguirán dividir a la sociedad catalana, que una vez más ha estado a la altura y ha respondido con madurez a un reto tan dramático como colosal. Toda ella sin excepción y todos y cada uno de los colectivos que se han visto implicados en la tragedia. ¡Claro que hay un sentimiento de orgullo como país por la respuesta que se ha dado! ¿Acaso los seres humanos somos ajenos al éxito o al fracaso?

No conseguirán llenar el relato informativo de mentiras. Si alguien quiere plantear en serio el debate sobre la seguridad desde fuera de Catalunya hablemos del bloqueo de información a los Mossos, de su ausencia en organismos internacionales como Europol por el veto del Estado o de siete años sin reunirse la Junta de Seguridad de Catalunya con alerta antiterrorista 4 sobre 5  durante varios meses. No de un correo electrónico informal entre un policia belga de la localidad de Vilvoorde y un mosso d'Esquadra preguntando por el imán de Ripoll y enviado hace 18 meses. Si alguien quiere hablar en serio de seguridad que explique por qué a la policía española le constaban los antecedentes del imán y no los había transmitido a los Mossos.  

No conseguirán hacer creíble el ventilador mediático que se ha puesto en marcha y que está convirtiendo en un estercolero todo lo que se hizo en Catalunya desde la tarde del atentado de Barcelona hasta que se abatió al último terrorista en Subirats. ¿No tuvieron bastante con los bulos del 11-M? ¿No aprendieron ninguna lección? ¿Cómo se puede apostar todo a convencer a la gente de que nada es lo que parece y que el éxito es tan solo aparente, ya que todo huele muy mal? 

No conseguirán que la sociedad y las instituciones catalanas dejen en sus manos la manifestación del sábado. Todo el mundo es bienvenido y todas las muestras de solidaridad con Catalunya son de agradecer, vengan de donde vengan. #NoTenimPor. Aún, incluso hubiera sido más de agradecer que alguna de las 46 capitales españolas y dos ciudades autónomas —quedan obviamente fuera las cuatro catalanas—, hubiera convocado también para este sábado una manifestación. Barcelona, por ejemplo, quedó colapsada cuando la convocó tras los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004. Se publicó que 11 millones de personas se habían manifestado en todo el Estado español y un millón y medio en la capital catalana.

No conseguirán borrar lo que han publicado los medios internacionales. No uno, dos o tres. Sino una infinidad y, entre ellos, los principales de referencia en el mundo. The New York Times, The Wall Street Journal y Frankfurter Allgemeine Zeitung son tres ejemplos y el resumen vale para todos ellos: las mentiras divulgadas son de consumo interno porque en el extranjero no existe tal debate.

Y no conseguirán que el miedo sea el vector principal de una sociedad libre como la catalana. No lo conseguirán.