La experiencia para unos o el cinismo para otros que tiene la política francesa es extraordinaria. No se respeta nada. Ni partidos, ni alianzas, ni compromisos. Tampoco cuenta el pasado. Solo el poder, de la manera más descarnada. Hay una biografía del expresidente François Mitterrand escrita por el exdirector de Le Figaro Fratiz-Olivier Giesbert titulada Mitterrand, el presidente que nos adentra en la política en estado puro. El libro, recomendable para políticos principiantes y periodistas desinformados, explica cómo Mitterand transformó la derrota de los postulados izquierdistas con que llegó al Elíseo en 1981 en un canto a la socialdemocracia más liberal. Así, todo su éxito estuvo en su fracaso y su revés con las nacionalizaciones que apoyaban los sindicatos y los comunistas desapareció en un plis plas para acercarse al empresario de éxito de la época, Bernard Tapie.

No es nada extraño que el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron diga querer asemejarse a De Gaulle y a Mitterrand y pase por alto otras presidencias, incluida la última, de la que fue ministro de Economia con François Hollande. Macron está muy lejos de parecerse a aquellos dos monstruos de la estrategia política aunque apunta maneras. La primera muestra la dio con su victoria hace dos semanas en las presidenciales surfeando sobre su pasado cerca de Hollande e imponiéndose a todo un glosario de veteranos de la política. El segundo movimiento fue tomando distancia de Manuel Valls que rompió el carné socialista y quiso abrazar el macronismo como una garantía para mantenerse en la política. El presidente electo desdeñó la propuesta del hasta hace unos meses primer ministro para no quedar contaminado del pasado y ser visto como una refundación del PS.

Este lunes ha hecho su tercer movimiento. Ha escogido como nuevo primer ministro al conservador Édouard Philippe, alcalde de Le Havre y diputado de Los Republicanos, el partido de Sarkozy, Fillon y Juppé. Philippe ha aceptado, olvidando de un plumazo los dardos que dirigió a Macron en campaña, al que tildó de inmaduro y endiosado. El poder es eso: mirar de ganar a cualquier precio. Roto el Partido Socialista, Macron se apresta a agrietar a la derecha y que surja de todo ello un nuevo movimiento capaz de gobernar Francia los próximos años. El programa no se conoce (o se conoce poco) pero no es lo que más cuenta. Y luego hay quien dice que un debate como el vivido este lunes entre Pedro Sánchez, Susana Díaz y Patxi López ha dejado heridas difíciles de cerrar. Será porque están en la oposición. No por otra cosa.