Cuenta la leyenda que el ex presidente del Gobierno José María Aznar, interrogado sobre la designación de Mariano Rajoy por un grupo de empresarios que querían saber las razones que le habían llevado a decantarse por el político gallego frente a Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, dio tres motivos: siempre le sería fiel, era una garantía en la lucha sin cuartel contra ETA y le inspiraba la máxima confianza a la hora de luchar contra el nacionalismo catalán, una de sus obsesiones a partir del año 2000. Con su estilo contundente, zanjó aquella breve explicación con una frase que uno de los presentes aun recuerda: "Mariano es un hombre de una pieza". Era poco antes de la Navidad de 2003.

La historia, sin embargo, no se escribiría como Aznar creía. Rajoy perdió rápidamente la confianza de su mentor y después de aquella derrota electoral de 2004 tras el atentado de Atocha, el político gallego empezó a hacer evidente su enorme capacidad de resiliencia y se negó a hacerse responsable de la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la Moncloa. En la práctica, era tanto como hacer responsable a Aznar de la pérdida del poder por su desastrosa gestión del 11-M. Ya nada volvió a ser igual desde aquel momento y a ojos del ex presidente ninguno de los otros dos motivos que le llevaron a designarle justificaban mantener el teatro de seguir siendo el presidente de honor del Partido Popular. Curiosamente, el último desencuentro entre ambos se ha oficializado por el tema catalán y la línea divisoria no ha sido la negociación o la confrontación, sino entre la linea dura y la muy dura. Entre la sinsubstancia de la Operación Diálogo y pasar directamente a medidas coercitivas.

La gran paradoja es que Aznar ha dado un portazo lo más sonoro posible y todo ha quedado en unos cuantos titulares de diario. En el partido, silencio. El club de los resabiados con Rajoy empieza a ser importante en el partido, pero Aznar es pasado. Que la noticia de la renuncia de Aznar a la presidencia de honor del PP se haga pública en Navidad es todo un homenaje a uno de los anuncios más emblemáticos de estas fechas a lo largo de las últimas décadas: el del turrón El Almendro. El vuelve a casa por Navidad que se repite año tras año. Mientras Aznar, derrotado, se ha quedado sin casa.