Aunque las peleas entre los partidos no suelen interesar mucho al personal, que las suele ver como una serie de codazos para granjearse simpatías y dasacreditar al adversario, el serio encontronazo de este Viernes Santo entre el PDeCAT y Esquerra Republicana no puede ser despachado como una colisión menor. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se puede romper, o cuando menos agrietar. Eso es lo que ha sucedido con el difícilmente calificable incidente de la filtración del audio de una conversación del número dos del PDeCAT, David Bonvehí, en la que en tono distendido especulaba sobre qué pasaría si fracasaba el procés y abría la puerta a lo que él mismo denominaba un candidato autonomista.

La frase puede ser oportuna o no, a muchos de su partido les ha inquietado, pero lo más preocupante es todo lo demás que ha salido a la superficie. Desde la primera acusación de Esquerra afirmando que el PDeCAT estaba más pendiente del partido que del país, hasta el anuncio de Bonvehi de que llevaría la grabación a la Fiscalía. Por en medio, acusaciones de Bonvehí de que la filtración se había realizado desde Esquerra, ya que en la cinta se oyen los comentarios de un representante de este partido.

Más allá de que no deja de ser preocupante que dos formaciones que gobiernan juntas y tienen entre manos intentar la independencia de Catalunya protagonicen en público semejante espectáculo, habría que pedirles que resuelvan en privado sus desavenencias, ya que estas no les preocupan ni a los 2,3 millones de personas que acudieron a las urnas de cartón el 9-N, ni a los cientos de miles de manifestantes de cada 11 de Setembre. Las ansias de que corra la sangre que han dejado al descubierto unos y otros, sería mejor que las dejaran para las próximas elecciones. 

Y dos consejos. Primero, olvídense de la Fiscalia. El genio que ha pensado que este era el camino para dilucidar lo que había sucedido con la grabación no ha tenido su mejor día. Y segundo, Esquerra debería investigar qué es lo que realmente ha pasado o aclarar cual es su responsabilidad. Solo así, de este episodio nadie más saldrá malparado.