Al fin el Girona ha logrado su sueño y puede decir con orgullo que ya es equipo de Primera División. Los hombres de Pablo Machín han certificado este domingo su ascenso a la máxima categoría y el año que viene desfilarán por el terreno de juego de Montilivi las estrellas de los principales equipos del fútbol español. Después de ver como se le escapaba el ascenso en las dos últimas temporadas en los play-off, en esta ocasión los gerundenses, después de una temporada muy regular, han encarado la recta final de la temporada sin agobios y el empate frente al Zaragoza ha sido suficiente para asegurarse la segunda plaza de la clasificación de segunda división y el ascenso directo.

Girona era la única capital catalana que su equipo no había estado nunca en primera división. Lo estuvieron Lleida y Nàstic de Tarragona. El primero en la temporada 93-94 –anteriormente en la 50-51– y en ninguna de las dos oportunidades logró mantener la categoría. La experiencia del Nàstic fue algo mejor entre los años 47 y 50 e igualmente de decepcionante en la temporada 2006-2007. Ahora, el Girona acompañará a Barça y Espanyol y lo hará en un momento en que el fútbol es uno de los principales escaparates internacionales para una ciudad. También es un gran negocio para el sector servicios que en Girona y sus comarcas colindantes ya han experimentado un salto muy cualitativo con la llegada del AVE y de la mano de uno de los mejores restaurantes del mundo, el Celler de Can Roca.

Pero sobre todo, además del orgullo de la ciudad por el éxito obtenido, el Girona servirá para trasladar una imagen de la Catalunya actual. ¡Pues claro que el fútbol es también política! Si el Barça es más que un club y Cristiano Ronaldo ha podido sortear hasta la fecha sus problemas con Hacienda porque juega en el Real Madrid, el Girona también abandera el derecho y el deseo muy mayoritario de los catalanes a un referéndum de independencia. Y esa imagen del estadio de Montilivi se unirá a la del Nou Camp en un momento crucial de la historia del país.