A veces la realidad es mucho más agria que los discursos oficiales. La contraprogramación del presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, aprovechando que el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, estará de viaje a Estados Unidos para desplazarse a Catalunya debe ser el último invento del secretario general de la Presidència, Jorge Moragas. Sobre todo porque la visita de Rajoy tiene caracter oficial e inaugurará una jornada sobre infraestructuras improvisada por el Ministerio de Fomento en Barcelona cuando ya es conocido de sobras el viaje de Puigdemont a Boston, Washington y Nueva York. Su conferencia llevará por título Conectados al futuro y el Gobierno español ha anunciado abastadamente que pretende anunciar un paquete importante de inversiones en el Corredor Mediterráneo y Rodalies.

Ha sido tan improvisada esta visita de Rajoy, por más que se diga lo contrario, que importantes agentes económicos no podrán asistir al Palau de Congressos de Catalunya por más que estén siendo convocados al acto con inusitada persistencia por el protocolo del Gobierno español. Pero si la manera como se ha organizado el viaje de Rajoy es sorprendente, sobre todo porque encima de su mesa tiene el documento que le presentó hace un año Puigdemont con 46 reclamaciones pendientes desde hace varios años y no ha dado ninguna respuesta, lo cierto es que no deja de ser una negativa a la petición de una entrevista pública reiterada por Puigdemont para abordar todos estos puntos y el referéndum de independencia.

Es obvio que entre la Moncloa y el actual Govern no se producirá una etapa de deshielo sino al contrario. El uso permanente de la Fiscalía -este viernes se ha producido un nuevo ejemplo con el aviso de una investigación por un anuncio animando a los catalanes en el exterior a que se inscriban en un registro. La Fiscalía analizará si hay delito por parte del Govern de desobediencia, prevaricación y malversación de dinero público. Pero volvamos al acto de Rajoy del martes. La precipitación o la mala fe ha dado pie a una comunicación por correo electrónico invitando al president Puigdemont y al vicepresident Junqueras. El Gobierno español pide a ambos que detallen qué "personas de su entidad acudirán a dicha jornada". Cierto que desde Madrid se discute que Catalunya que quiere ser un Estado sea ni tan siquiera una nación. Pero parecía aceptado, así lo dice la Constitución, que era una comunidad autónoma. A lo mejor es un aviso de aquellos que quieren a Catalunya aún más empequeñecida y sin margen alguno. Eso debe ser una entidad.