A medida que se acerca el anuncio de la fecha y la pregunta del referéndum de autodeterminación, que será en las próximas 48 horas, las presiones sobre los comuns y Podemos se han acentuado. El independentismo los quiere a su lado en la convocatoria del referéndum y que se alineen donde están, según las encuestas, la mayoría de sus votantes. El espacio unionista los quiere con ellos y, de hecho, siempre que pueden suman sus votos y sus escaños al lado de PP, Cs y PSC. ¿Y ellos? Pues moviéndose en el difícil equilibrio que tan bien define aquella canción del verano de los años 60 que llevaba por título "La yenka" -"izquierda izquierda, derecha derecha, adelante detrás, un dos tres". O sea, tratar de ganar tiempo criticando a unos y otros. Pero el tiempo se acaba, aunque ellos no quieran que el reloj se mueva.

La reunión del Pacte Nacional pel Referéndum de este martes ya ha sido, a todos los efectos, una concesión a los comuns, ya que fueron ellos los que la solicitaron, aunque es de sobras conocido que el Pacte había acabado su trabajo con la entrega de las firmas que reunió -más de medio millón- y el acto de Puigdemont y Junqueras en Madrid. Como que la política de partido también es un arte de sumas y restas, no es extraño que muchas veces formaciones como los comuns traten de resistir como sea en esta cómoda zona de confort en que se han instalado. Lo que sucede es que un error táctico les puede dar la gloria o costar caro, sobre todo con la mirada puesta en próximas elecciones.

Es ahí donde Esquerra ha apretado a fondo en las últimas semanas. Algunos dirigentes como Joan Tardà o Gabriel Rufián, en público; otros u otras, en privado. El mensaje público es sencillo: en unas próximas elecciones en Catalunya -serán más tarde que pronto, aunque son legión fuera del independentismo los que tienen prisa-, será imposible un acuerdo entre ERC y los comuns si no ha habido un apoyo explícito al referéndum. En Barcelona, el mensaje republicano aún es más duro. Una negativa de la alcaldesa Ada Colau al referéndum, que implicara la falta de una posición activa en temas tan elementales como la cesión de las escuelas municipales u otros centros que son claves en una jornada electoral, solo podría desembocar en las municipales de 2019 en un Junts pel Sí en Barcelona. Si fuera así, las posibilidades de Colau de perder la alcaldía serían altísimas. Y es que, a veces, todo no se puede querer.