Que el president de la Generalitat tenga que replicar a la ministra de Defensa que Catalunya no tiene miedo no es propio de una situación normal. Ni de un país donde aquello que define la calidad de la democracia sea plenamente respetado y la separación de poderes una realidad y no un simple enunciado. Los ciudadanos no han de tener miedo de los poderes públicos. No lo han de tener los políticos que tratan de dar cumplimiento al mandato de las urnas, no lo han de tener los funcionarios, no lo han de tener los empresarios que se presentan a concursos de la Generalitat. En definitiva, no lo han de tener los ciudadanos, piensen lo que piensen.

La ministra de Defensa no es una tertuliana más y ha de ser cuidadosa con sus palabras. No puede ser que permanentemente se piense que está en un foro de alguna emisora de las que quieren resolver el tema catalán con el uso de la fuerza. Que no quieran seguir el ejemplo de otros gobiernos occidentales como el Reino Unido y el Canadá acordando un referéndum como en Escocia y Quebec no debe ser una trágala en la que se quiera hacer jugar a las Fuerzas Armadas. ¿O acaso el Ejército es propiedad del PP? Le guste o no a María Dolores de Cospedal, también es de los demás: del PSOE, de Podemos, de Ciudadanos, de las fuerzas independentistas. De todos los ciudadanos, obviamente, ya que los recursos que lo sostienen, los presupuestos públicos, no salen de la calle Génova.

A medida que avanzan las semanas y el referéndum se ha instalado no como una quimera sino como una realidad, el discurso del miedo ha ganado fuerza, cuando lo que se tenía que haber impuesto es el diálogo. No un diálogo abstracto sino el diálogo para acordar una pregunta y una fecha, que es lo que piden más del 70 por ciento de los ciudadanos de Catalunya. Incluso aquellos que defienden que Catalunya no es un sujeto político, tendrían que haber aceptado que un porcentaje tan amplio de ciudadanos a favor de un referéndum era motivo más que suficiente para acordarlo. No hay marcha atrás en esta cuestión y el tiempo lo dejará meridianamente claro. De ahí las amenazas y las advertencias. Y el escaso impacto real que tienen las inhabilitaciones o la Fiscalía en el ánimo del president Puigdemont y el vicepresident Junqueras.

No es normal que el lema más coreado en los actos públicos en Catalunya sea "No tenim por". En 1968, Raimon, el cantautor de Xàtiva, interpretó por primera vez una de sus canciones más recordadas, y que lleva por título Contra la por. Una de sus estrofas, refiriéndose al miedo, reza así: "Però no pot ser sempre/però no és per sempre/però no serà sempre". De eso hace 50 años y algo se ha hecho mal cuando el president de la Generalitat tiene que recordarlo.