El Girona ha ganado, y ha sacado los colores al Espanyol, en el nuevo derbi catalán de Primera (0-1). Los gerundenses se han impuesto por la mínima gracias a un gol de Timor y han hecho saltar las alarmas en Cornellà. Los de Machín se acercan a Europa mientras que los blanquiazules no se alejan de la zona de descenso.

La ilusión se impone a la necesidad

No todo es Barça en Catalunya. Espanyol y Girona se han citado en el RCDE Stadium para disputar el decimocuarto derbi catalán de la historia en Primera. Ambos conjuntos escribían una nueva página del deporte catalán en la élite y los entrenadores tenían claro que no era partido para hacer probaturas. Quique ha salido con todo; Machín no ha negociado su esquema de tres centrales a pesar de las bajas en defensa de su equipo. El espectáculo estaba garantizado.

Rebelión contra esperanza. Los blanquiazules no aceptaban un resultado que no fuera la victoria, mientras que los gerundenses también eran conscientes de la trascendencia del partido pero se podían permitir el lujo de firmar el empate. La Liga está más ajustada que nunca (entre el sexto y el decimoséptimo sólo hay seis puntos de diferencia). Para unos y otros, ganar implicaba acercarse a Europa. Perder, a Segunda.

Los dos modelos de juego contrapuestos han llevado en la práctica un guion más que previsible. Desde los primeros momentos, los visitantes se han hecho con la posesión, aunque su dominio ha sido bastante estéril. Pau intervenido en pocas ocasiones, aunque cuando lo ha tenido que hacer ha sido para realizar grandes paradas a disparos lejanos. Propuesta pobre del Espanyol, que se ha limitado a esperar algún error de su contrincante para hacer daño al contraataque. Juego directo y a correr.

De hecho, el planteamiento de los locales ha decepcionado a los 13.846 aficionados que se han desplazado a Cornellà para ver un partido histórico. Floja entrada para lo que significaba el primer derbi en Primera entre pericos y rojiblancos. A medida que se ha ido desarrollando la primera mitad, el ambiente se ha ido enrareciendo ante lo que estaban haciendo los hombres de Quique. Dos ocasiones a balón parado y poco más. Sin ningún tipo de duda, la frase del técnico madrileño en la previa lo resume a la perfección: "el proyecto está estancado".

Los seguidores han acabado despidiendo a sus futbolistas con silbatos cuando estos han enfilado el camino de los vestuarios después de los primeros 45 minutos. El motivo, un gol de Timor en la última jugada de la primera parte. Centro de córner, Ramalho no puede rematar bien la pelota pero esta va a parar a los pies del central valenciano, que no perdona dentro del área pequeña. Castigo merecido por los locales, pero demasiado premio para un Girona que ha encontrado en la estrategia la solución a su poca profundidad.

El Girona renuncia a sentenciar el partido

Ni que fuera por orgullo, los locales estaban obligados a reaccionar. Y más teniendo en cuenta la puesta en escena de sus contrincantes, con que lejos de ir a sentenciar el partido han dado un paso atrás en la reanudación y han cedido el protagonismo. Darder, Granero (que ha entrado en el sitio de Javi Fuego) y Jurado tenían la oportunidad de demostrar que, si hace falta, los pericos también saben ser proactivos. Misión fracasada.

De la mano de Stuani (que hoy, por cierto, no ha hecho buena la ley del ex y no ha visto portería), el Girona ha basado sus opciones en luchar con mucha contundencia para defender la victoria. Los minutos pasaban y el Espanyol no lo conseguía intimidar. Con impotencia, el RCDE Stadium se ha ido calentando hasta que a diez minutos de final ha estallado contra Quique: "Vete ya", le han llegado a pedir.

Los últimos minutos se han jugado en campo visitante, pero el marcador no se ha acabado moviendo y los gerundenses ha sumado tres puntos de oro. A diferencia del partido contra el Alavés, la victoria hoy no se ha escapado en los instantes finales. Inmaculado aterrizaje en Primera de un Girona que está a sólo un punto de Europa. El Espanyol, por su parte, protagoniza la otra cara de la moneda y no se aleja del descenso. Pitada monumental cuando el árbitro ha señalado el final. Saltan las alarmas en Cornellà.