No ha podido ser. El Barça afrontaba esta última jornada de Liga consciente que sus posibilidades de acabar campeón eran mínimas. A pesar de la victoria contra el Éibar, el Madrid no ha fallado en La Rosaleda contra el Málaga y recupera el título cinco años después. Ahora, a los de Luis Enrique sólo les queda una bala para no acabar el año en blanco: la Copa del Rey.

La irregularidad se paga

Seis empates y cuatro derrotas han sido un obstáculo imposible de superar. El Barça ha jugado con fuego en muchos tramos de la temporada y lo ha acabado pagando. La irregularidad que los dos primeros años había quedado arrinconada volvió a escena para acabar con el sueño de sumar la tercera Liga consecutiva.

Alavés, Celta de Vigo, Deportivo de la Coruña y Málaga. Cuatro derrotas que no entraban en las quinielas pero que han condicionado la trayectoria del Barça. Dubitativo en muchas salidas, el equipo reaccionó cuando parecía muerto gracias al cambio de esquema. Gracias al 3-4-3. El intervencionismo de Luis Enrique le cambió la cara al Barça pero fue insuficiente para alcanzar el objetivo.

Leo Messi, una temporada más, ha sido el epicentro del equipo pero, a menudo, se ha encontrado demasiado solo, sin aliados para levantar el vuelo. Perder la Liga después de las exhibiciones de Messi en el Sánchez Pizjuán y en el Santiago Bernabéu ayuda a comprender el problema del equipo. Más de fondo que no de forma.

Una Champions decepcionante

La gran fase de grupos del Barça, donde acabó primero por delante del Manchester City, dio paso a unas eliminatorias nefastas, donde las carencias que se le adivinaban al equipo se destaparon de la manera más vergonzante.

El París Saint-Germain evidenció el problema de los blaugrana con un repaso en el Parque de los Príncipes. En el día de los enamorados, el 14 de febrero, al Barça le rompieron el corazón. Cuatro veces. 4-0. El resultado afloró diferencias entre el cuerpo técnico y la plantilla. Parecía el principio del fin. El equipo, sin embargo, sacó el orgullo y remontó la eliminatoria en una noche mágica, consiguiendo una hazaña sin precedentes en la Champions League. 6-1 y a los cuartos de final.

La Juventus de Turín se cruzó en el camino del Barça. En Italia, la Juve desnudó al Barça hasta ridiculizarlo. 3-0. El resultado obligaba al equipo a otra remontada. Pero esta vez fue imposible. 0-0 en el Camp Nou para decir adiós a la Champions.

Espera el Alavés

El Alavés ya hace días que vive únicamente para la Copa del Rey. Vitoria entera piensa en la final. El Barça ya sabe que tendrá que jugar contra once futbolistas y contra la ilusión de una afición modesta que hace cuatro años animaba por los campos de la Segunda División 'B'.

El equipo entrenado por el argentino Mauricio Pellegrino, una de las revelaciones de la temporada, tiene en la Copa su gran aliciente. Un premio merecido para un Alavés pobre en recursos económicos pero rico en fútbol.

Los de Luis Enrique corren el riesgo de tomarse el último partido de Copa como un trámite. Y eso significaría dispararse en el pie. Despreciar el título después de perder la Liga y la Champions sería una concesión imperdonable.