El empate a nada en el derbi madrileño ha dejado al Barça como claro ganador del fin de semana en la Liga Santander (0-0). Atlético y Real Madrid han protagonizado un partido en que se han echado de menos el fútbol y las ocasiones y que ha tenido como consecuencia que los dos equipos de Madrid duerman a diez puntos de los blaugrana.

Nuevo escenario

Campo de O'Donnell, viejo Metropolitano, Vallecas, Vicente Calderón y, ahora ya lo puede presumir, Wanda Metropolitano. Después de poco más de dos meses de vida, el nuevo estadio colchonero ya puede decir que ha acogido un derbi madrileño y que ha vivido todo lo que de este se deriva: intensidad, disputas, errores, genialidades y polémica. Mucho más que un partido cualquiera.

Y es que el primer derbi de la historia del nuevo feudo ha adquirido aires de final. En primer lugar, por los tres puntos que el Barça había conseguido horas antes a sólo 20 kilómetros, en su visita a Butarque. También porque los blancos contaban las dos últimas salidas (Girona y Tottenham) como derrotas y no querían alejarse aún más de las primeras posiciones. Y por último, pero no menos importante, porque algunas de las estrellas de ambos conjuntos, con Griezmann y Cristiano al frente, querían aprovechar la trascendencia del compromiso para desvanecer todas las dudas que sus respectivos inicios de temporada habían generado.

Al fin y al cabo, porque un derbi es un derbi. Y los derbis, como las finales, se pueden ganar o perder, pero no se negocia la intensidad. Y los 45 minutos iniciales han sido una clara demostración de eso: ningún jugador ha dado una pelota por perdida, la lucha se ha traducido en algunas entradas a destiempo y los nervios han vencido la batalla a la calidad. La vehemencia ha ganado la partida al fútbol y las imprecisiones al espectáculo. Sólo Isco ha podido añadir una chispa de magia a la función.

Sin ideas ofensivas

Estos partidos se acostumbran a resolver por detalles y Correa ha tenido en sus botas la posibilidad de cambiar el guión cuando sólo se habían disputado tres minutos. El delantero se ha quedado solo delante de Casilla, pero su disparo no ha encontrado portería, en la que ha sido la ocasión más clara de la primera mitad. Los locales han tenido contra las cuerdas su presa y la han perdonado. Oportunidad perdida.

Un disparo lejano de Cristiano de falta, de hecho, ha sido todo el bagaje ofensivo que han dejado ambos equipos antes de enfilar el camino de los vestuarios. La reanudación pedía a gritos más voluntad de hacer daño al contrario, y más teniendo en cuenta que si el marcador no se acababa moviendo el Barça dormiría a diez puntos de los dos. Quedarse quietos mientras los blaugrana se independizan poco a poco hacia el título de Liga era una opción que ni Zidane ni Simeone se planteaban.

Sobre todo el segundo, que apenas empezada la segunda mitad ha hecho un cambio ofensivo: Carrasco ha sustituido a Thomas. La condición de local le obligaba a hacer, ni que fuera tímido, una aproximació a la búsqueda del dulce premio de la victoria. Lejos de las intenciones de cada uno, sin embargo, nadie se ha atrevido a dar un paso en falso que los acabara condenando y la reanudación ha tenido lo mismo devenir que lo que se había visto hasta entonces.

A la desesperada

Despropósito tras despropósito, Madrid y Atlético de Madrid no han podido librarse de las inseguridades y han sufrido para encadenar más de tres pases consecutivos. Al contrario de las expectativas, Oblak y Casilla no han tenido trabajo hasta los últimos instantes. Y Oblak ha salido adelante por sí solo, pero el portero visitante ha necesitado de la ayuda de Varane para evitar que una vaselina de Gameiro decantara el derbi a favor de los colchoneros.

El Madrid ha querido hacer en diez minutos lo que no había hecho durante 80 y, en esta ocasión, la suerte no le ha acabado sonriendo. Nadie sabe sufrir tanto, y hacerlo con tanta normalidad, como el Atlético de Madrid. Los dos conjuntos madrileños se han dejado dos puntos vitales de cara a la lucha por el título de Liga y, sin ningún tipo de duda, el Barça ha sido el claro vencedor del primer derbi de la historia en el Wanda Metropolitano.