El editorial de la revista de historia L'Avenç celebra el centenario de la revolución rusa, que tanto interés ha generado en el mundo editorial, con una publicación muy especial: Viatge a la Rússia soviètica. Visions catalanes de l'URSS (1920-1941) es una compilación de textos publicados por autores catalanes sobre viajes a la URSS en los años inmeditamente posteriores a la revolución. Se trata de una recopilación elaborada por Eduard Riu-Barrera con textos de personajes tan diversos como Rovira i Virgili, Andreu Nin, Josep Pla, Josep Carner, Carles Pi i Sunyer, Eugeni Xammar... Por desgracia, no tenemos ningún John Reed autóctono, ningún catalán que retratara literariamente el estallido de la revolución, pero Riu-Barrera compila un gran número de testimonios de catalanes que estuvieron en la URSS desde el año 1920 hasta que el país se vio involucrado en la Segunda Guerra Mundial.

Encrucijadas

Rusia fue, durante algunas décadas, el faro que guiaba a muchos movimientos revolucionarios, y uno de los polos políticos del mundo. Catalunya no fue inmune a la atracción (y a la repulsión) que generaba el país de los sóviets. Rusia acogió a delegaciones de sindicalistas catalanes, ofreció refugio a algunos terroristas revolucionarios de Catalunya (como Ramon Casanellas, que mató a Eduardo Dato), formó pilotos republicanos en sus academias de aviación... Incluso Francesc Macià viajó a la URSS para buscar apoyo para Estat Català en su lucha contra la dictadura de Primo de Rivera (un viaje que es explicado en este libro por uno de sus compañeros, Josep Carner-Ribalta). Pero también atrajo a turistas que querían ver el nuevo modelo comunista, o incluso a algún alumno catalán decidió hacer sus estudios en Moscú. Entre todos ellos, indudablemente, destaca el gran Andreu Nin, que llegó a tener mucha relevancia en la URSS y que se convirtió un intelectual de talla mundial.

Justa introducción

El libro está magníficamente editado y dispone de los complementos necesarios para facilitar la lectura. Se inicia con una magnífica introducción de Eduard Riu-Barrera, en el que se nos analiza, de forma muy documentada, pero concisa, las relaciones de Catalunya con Rusia en los años de la revolución y los inmediatamente posteriores. Cada documento va acompañado de una breve biografía de su autor. Y al fin del libro dos anexos nos presentan la relación de viajes de catalanes a la URSS en ese período y una bibliografía sobre estos viajes. Y la selección, bien diversa, nos ayuda a visualizar a catalanes interesados por cosas muy diversas. Dominan a los catalanes interesados por la política, porque eran mayoría, pero también se nos presentan otros que se interesaban por otros ámbitos: la ciencia, la arquitectura, el arte... Y también hay visiones de diferentes partes de la Unión Soviética: la mayoría corresponden en Moscú, pero también hay  de otras zonas; incluso encontramos informes de Siberia, o de las visitas de Carles Pi i Sunyer a Bakú y a Grozny (en sus relatos combina su análisis econòmico del comunismo con una visión claramente orientalista).

De los escépticos a los cándidos

La relación que establecieron estos viajeros con la URSS fueron diversas. Algunos manifestaron una profunda admiración hacia el sistema comunista, como el líder comunista Rafael Vidiella o el sindicalista Joan Bertran, que se admiraba de que cuando se pronunciaba el nombre de Stalin o Lenin "en cualquier lugar donde haya más de diez personas, todo el mundo se ponga de pie y aplauda con verdadero entusiasmo, y eso se repite tantas veces como se pronuncian estos nombres". Otros, en cambio, adoptaron posturas muy críticas con el comunismo. Lo más curioso es que la admiración o no por la URSS no responde a un simple esquema derecha - izquierda. Mientras algunos revolucionarios catalanes fueron extremadamente críticos con la URSS, como el pintor anarquista Helios Gómez (que tuvo graves problemas para salir de la URSS), o sanamente escépticos, como Rafael Campalans, algunos burgueses conservadores demostraron una clara fascinación por el régimen comunista, sobre todo por cómo había desarrollado el país y por cómo era capaz de encuadrar la gente. En realidad, era difícil mantener una fidelidad nibelunga por el régimen estalinista: el aviador Pararols comenta que el mundo de los exiliados republicanos españoles en la URSS acogieron con escepticismo e inmensa frustración el pacto Molotov-Ribbentrop entre la URSS y la Alemania nazi; y Ángel Pestaña manifestaba la simpatía que sentía, casi instintiva, por los campesinos que resistían a la omnipresente GPU, la policía política soviética.

No enterarse de nada

El principal problema de estas visitas a la URSS es que los viajeros eran estrechamente encuadrados por el GPU. Se los llevaba a visitar lo que interesaba al gobierno ruso, se los hacía hablar con comunistas fervientes, y siempre estaban acompañados de intérpretes e informadores, de tal forma que habitualmente no tenían ninguna ocasión de hablar con la gente de la calle (con el añadido del problema lingüístico, porque siempre dependían de los intérpretes ofrecidos por el gobierno soviético). Uno de los textos más interesantes de la antología es el del anarquista Combina (Vicente Pérez Viche), que cuando estaba en la URSS había colaborado en la organización de estos viajes colectivos. Explica que su finalidad principal era engañar a los visitantes, y que no se tenía ningún escrúpulo en mentirles o en falsificar las traducciones de los testigos... Pero den realidad, más allá de los testimonios de Combina o de Nin, el libro nos deja la sensación que la mayoría de los catalanes pasaron por la URSS sin enterarse de mucho; a años luces del viaje que hizo Langston Hughes por varias partes de la Unión Soviética al principio de los años treinta y que explica en I Wonder as I Wander. Por este desconocimiento, y por el hecho de que este libro sea una antología, la lectura deja la sensación de un puzzle al que le faltan muchas piezas: impresiones puntuales de algunos temas (superficiales o agudas), pero sin una visión de conjunto. En la selección no se encuentra una mirada con perspectiva, porque muchos de los autores elegidos no la tenían.

Voz del pueblo

Río-Barrera tiene el acierto de combinar textos de eminentes intelectuales con los de gente de la calle, sin tanta relevancia política. En realidad, las valoraciones de algunos de los eminentes personajes, como Josep Pla, tienen menos lucidez que la de otros autores menos conocidos, como el mismo Combina. En cambio, son enternecedoras, y espeluznantes, por ejemplo, las declaraciones de Antònia Pérez, la madre de Andreu Nin, completamente fascinada por el régimen que acabaría haciendo desaparecer a su hijo.

La felicidad

Los españoles, después de la revolución, estaban de moda en la URSS, y gracias a eso fueron muy bien tratados por el régimen, y no sólo por este. Francesc Pararols, que fue a Rusia durante la guerra para formarse como piloto de combate y que se quedó unos años allí, da un detalle interesante: "Teníamos un éxito indescriptible con las chicas. No te daban descanso. Cuando no estabas comprometido con una, lo estabas con dos. Nos faltaba tiempo para festejarlas a todas". No era el único privilegio; a través del testimonio de su madre, nos enteramos de que Nin, el héroe del proletariado, tenía dos sirvientas. Y numerosos visitantes nos hablan de hoteles y trenes notablemente bien surtidos de alimentos, mientras los ciudadanos pasaban por situaciones de miseria. Fueron muy pocos los catalanes que compartieron las miserias de la población soviética.

La mirada que faltaba

La Revolución Rusa marcó la historia de buena parte del siglo XX, que estaría caracterizada por la lucha entre el capitalismo y el comunismo. Ahora, cuando se celebra el centenario de la revolución, y ya hace 25 años de la caída de la URSS, es el momento idóneo para hacer una revisión histórica de aquellos momentos decisivos para la historia de la humanidad. Y Viatge a la Rússia soviètica nos permite repasar, evitando interpretaciones simplistas, el impacto que tuvo la revolución sobre Catalunya. Y a través del espejo soviético, avanzar en el conocimiento de nuestra propia sociedad.